2018: Incertidumbre y Palos y no Sufragios 

  • 2018: Incertidumbre. 
  • Palos y no Sufragios. 

Por Rafael Loret de Mola

No voy a negarlo. Me preocupa –y no digo me temo por no contradecir mi “hashtag” de #cerocobardía-, los derroteros políticos y económicos, amén de los sociales que son los de mayor importancia, que puedan tomar los diversos actos de proselitismo ante una nación tan afrentada que NO ESPERA CAMPAÑAS propagandísticas por la sencilla razón de observar, siquiera una vez, que la clase aristocrática de la ida institucional cumpla una sola vez su palabra: destinar a los damnificados de los terremotos de septiembre pasado los fondos partidistas que entrega el Instituto Nacional Electoral con displicencia absoluta además de los estipendios de lujo de cada uno de sus consejeros, sea o no año de elecciones federales.

Veremos quien cumple sus promesas: el PRI y el PAN, entiendo que con sus tuertos aliados como los perredistas de cartón, ofrecieron donar el cien por ciento de sus participaciones y MORENA, o Andrés que es lo mismo, sólo se comprometió a ceder el veinte por ciento de las tales prerrogativas financieras acaso calculando que no podría dejarse de publicitar a sí mismo como lo viene haciendo hace… no sé cuántos años, dieciocho cuando menos; sería como cancelarle su estatus existencial.

La guerra viene sin remedio. Y no es por la unidad sino todo lo contrario: el pro de la pulverización para obtener el triunfo con porcentajes mínimos mientras la democracia se pierde bajo un alud tremendo de demagogia, interpretaciones soeces y compromisos soterrados con la delincuencia organizada.

Al fin de cuentas, y esto es lo más grave, se trata de reducir a México a la condición de “estado fallido” para posibilitar la injerencia, sin trabas, de las potencias del norte del continente y de Europa, empeñadas en extraer hasta la sangre de las naciones satélites con tal de equilibrar, alegan, sus “maltrechas” economías y a los países, como España, que cayeron en la burbuja de un alto poder adquisitivo… sin aterrizaje posible. De allí el tremendo conflicto en Cataluña y la reaparición de los argumentos del medioevo como justificaciones cargadas de miseria humana.

Dicen que el Frente Ciudadano ya tiene listo su acuerdo principal: posibilitar la candidatura del panista Ricardo Anaya Cortés a la Presidencia a trueque de apoyar a la perredista Alejandra Barrales en su intento porque su partido mantenga el control de la Ciudad de México, a costa de Miguel Ángel Mancera y Rafael Moreno Valle. Fascismo puro. Mientras la guerra interna se cierne en el PRI entre los mafiosos de siempre, encabezados por Manlio Beltrones y Emilio Gamboa, y cuantos apuestan por evadir el desprestigio del partico dándole su bandera a un no militante, José Antonio Meade Kuribreña. La pelea es más interesante que las llamadas “del siglo” con el mediático “Canelo” como protagonista.

Tales condiciones podrían favorecer a MORENA de no ser por un factor relevante: la soberbia de la dirigencia que impone candidatos a mansalva, para los gobiernos estatales y el Legislativo, por encima de la voluntad de su militancia que inicia el éxodo con las consiguientes bajas porcentuales en las preferencias potenciales. Un caos, para decirlo de una vez.

Y así pensamos construir una democracia de pacotilla, apostando por el 30 por ciento del electorado, con la mayoría siempre en contra. ¿Es posible alcanzar la gobernabilidad con semejantes perspectivas?

La Anécdota

La intolerancia es tanta que volvemos al medievo político: palos y no sufragios; represión y no diálogo. Y no son conjeturas cuando cualquier protesta causa el enfrentamiento con las policías y obliga a la ciudadanía a desafiar, sin el menor respeto, a las autoridades coludidas con la delincuencia organizada. Lo observamos recientemente en la delegación Álvaro Obregón, en la CDMX, cuando un incidente menor acabó en trifulca; y así, lo mismo, en Michoacán, Colima, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa, Quintana Roo y un largo etcétera.

México ya es un polvorín con las mechas encendidas y, mientras tanto, peña nieto baila y nos baila.

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