Cristina, no fue magia pero vos sos mágica

Por Ilka Oliva Corado / @ilkaolivacorado / contacto@cronicasdeunainquilina.com

Conocí Argentina gracias  a la música de uno de mis grandes amores, la Mercedes Sosa,  y me enamoré  perdidamente de esa patria linda gracias a Evita y a Cristina. Y la hice mía en mi corazón. Y así sin trámite de naturalización soy argentina, de los descamisados de Evita y de las juventudes rebeldes de La Cámpora que aman con locura  a Cristina. 

Escribo estas letras en las vísperas, está por dejar su segundo mandato presidencial y es imposible ocultar los sentimientos encontrados, una sensación agridulce, entre nostalgia, agradecimiento y tristeza. Una inmensa alegría por todo lo que deja la era Kirchnerista en el continente, por  el ímpetu Cristinista con innumerables avances en la región.  La flor más bella, le llamamos cariñosamente en las redes sociales, y sí lo es, Cristina es hermosa por su alma, su entrega, su pasión, su tesón inquebrantable. Por  su voz que despierta masas, que las enamora, que las guía, que las reconforta, que las empodera. Por la garra con la que defiende a los desprotegidos, a los pueblos marginados. Por la palabra cumplida. Cristina es eso: palabra cumplida. Nunca ha sido de  falacias, embustes ni traiciones. 

En eso fallaron sus detractores que han pasado atacándola día y noche con innumerables arremetidas mediáticas, dentro y fuera del país con ayuda de la derecha internacional  que maneja el capital más poderoso del mundo y con todo y eso  no han logrado extinguirla.  Ningún golpe blando ha podido derribar su gobierno y es la presidenta latinoamericana que más admiradores tiene en el mundo. El mundo puso los ojos en Argentina gracias  a Cristina. 

Durante su gobierno  no me he perdido ni una sola de sus cadenas nacionales, muchas no las he podido ver en vivo, las veo en la  madrugada y las busco en YouTube.  Y es cada una de ellas una cátedra, para  mí es como estar en el salón de una universidad. Su genialidad, su intelectualidad, sus dotes de oradora y su humildad hacen de lo complejo un suspiro, una tiza de pizarrón para jugar avión (rayuela) en el patio a la hora del recreo. Una capacidad increíble para dominar los temas que expone, sin leer ningún libreto; todo le sale del alma, de su tenacidad, de su habilidad, del seso, de la experiencia y de la sed de justicia. De su dignidad, de su identidad y de su humanidad admirable.  Lo mismo habla de deporte, como de política, es una estadista por excelencia.  Por esa razón fue capaz de llegar a los corazones atemporales de los adultos mayores, de los adolescentes y niños. 

Enumerar la cantidad de proyectos que realizó y con los que deja a Argentina en solvencia con la historia, la deuda externa, los Derechos Humanos y  la justicia es  como ver la transformación de un baldío a un jardín en flor. El primer país latinoamericano en legalizar el Matrimonio Igualitario.  Lo hizo antes que Estados Unidos. 

Y es que sus cadenas nunca han sido para lucirse como oradora, ni para modelar su figura, mucho menos para seducir, (ella es un embeleso por sí misma) todas han tenido la responsabilidad de presentar al pueblo los proyectos cumplidos. Lo que ha realizado Cristina en el país se puede ver y palpar. Se nota en el sistema inclusivo, en los beneficios laborales, en la cultura,  en el sistema educativo y de salud. En la política externa que ha hermanado a varios países con gobiernos progresistas y sin lugar a dudas ha significado un cambio para bien en la región. Jamás se doblegó ante ninguna oligarquía ni ante   Estados Unidos y eso no se lo perdona el imperio más deshumano del mundo. 

Ha dignificado a la mujer latinoamericana. No, Cristina no ha sido una presidenta cualquiera, ha hecho historia en el continente y en el mundo. Le ha dado plusvalía a Argentina. Ha entrado a las entrañas de la impunidad y la ha combatido sacando de las sombras de la comodidad a varios perpetradores de Derechos Humanos y los ha puesto en la cárcel. Una ingratitud es difamarla e insultarla. Cristina es la honra de Evita, lo que Evita prometió Cristina lo cumplió. Así de simple y así de hermoso y así de quimérico.  

Cristina se ha convertido en un mito, y su nombre retumbará como un eco sonoro en las generaciones siguientes,  es una leyenda de encanto y amor, de solidez y ternura. De brío y combate. 

Deja su mandato y sale por la puerta grande, no a escondidas, no corriendo a subirse a un helicóptero y disfrutar de los millones extraídos como lo han hecho otros presidentes, Cristina sale con la frente en alto, con la dignidad de haber cumplido con su pueblo. Con nosotros los nadies.  Ha escrito esta otra parte de la historia, la que no podrán negar ni ensuciar ni desaparecer. Porque Cristina no se va, Cristina se queda junto al pueblo, en el corazón de los militantes, de las almas agradecidas porque las vio, las nombró, las sacó de la miseria, de la exclusión, les dio oportunidades de desarrollo y las dignificó. 

Y desde esa parte de la sociedad escribo con la entereza de ser una de las descamisadas de Evita y una de las voces enardecidas de la Cámpora, por ser una nadie, una paria, una arrabalera, un patoja de pueblo y de arrabal que ha visto los beneficios de un gobierno inclusivo, comprometido con los más olvidados y golpeados de un sistema colonizador, racista, homofóbico, clasista y opresor. 

Cristina, no fue magia pero vos sos mágica y tu sonrisa, tu brío, tu entrega, tu esfuerzo, tu compromiso, tu dignidad, tu belleza natural se queda con nosotros por los siglos de los siglos.  Se queda con los pueblos marginados, con los huele pega, los drogos, los resentidos sociales, los fracasados, los amargados, los locos de mierda, con los campesinos, con los obreros y los proletarios.  Es decir; se queda en la vena, el corazón y la voz de lo más digno que tiene el continente americano. 

Sos fecunda Cristina y has comenzado a florecer en las barriadas, en los pueblos lejanos y olvidados, en los tugurios donde nace la poesía, en los salones de universidad, en el compromiso de la colectividad. Nunca nos dejaste solos, nunca te dejaremos sola porque amor con amor se paga.

¡Gracias, Cristina, larga vida a la flor más hermosa! ¡Larga vida a mi amor y el de miles! Tu adepta.

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