Ilka Oliva, los migrantes indocumentados en los EE.UU., “son una oferta perfecta para las autoridades”

  1. ¿Qué le llevó a abandonar su país para aventurarse en un viaje peligroso e ilegal a los Estados Unidos?

La frustración. Una depresión profunda. Mi vida  personal era un caos, ya había tenido dos intentos de suicidio y estaba en camino al tercero cuando decidí migrar. No migré por anhelos de lujos económicos, nunca creí en el sueño americano. Ni siquiera había imaginado viajar a Estados Unidos de vacaciones mucho menos vivir aquí.  En Guatemala trabajaba de maestra de Educación Física en uno de los colegios más prestigiosos, estaba estudiando piscología en la Universidad de San Carlos, pero mi sueño era ser árbitra internacional de fútbol.

 Cuando tomé la decisión de migrar este país se me atravesó en el camino  y fue mi salida de escape.  Una decisión que tomé en un día  sin detenerme a pensar dos veces   y de la cual  no me arrepiento, y que  me llevó a alistar  mi viaje en un mes. 

Había pasado luchando con todas las fuerzas de mi ser para lograr mi sueño, lo di todo hasta la última gota de sudor,  pero Guatemala me negó la oportunidad por ser mujer, está tan erradicado el machismo y los estereotipos que ver a una mujer “en un mundo de hombres” representa una ofensa para los  que creen que las mujeres debemos estar  en casa lavando platos y cuidando niños.  En ese tiempo en  la Federación de Fútbol de Guatemala no estaban listos para ver a una mujer extender sus alas y volar. Lentamente se han dado cambios, pero  el sistema y la sociedad patriarcal aún no comprenden que los hombres y las mujeres tenemos las mismas capacidades y habilidades, es solo de desechar los prejuicios y  estereotipos para que avancemos como humanidad. No existe el mundo de hombres ni el de mujeres, a éste lo conformamos todos los seres humanos. ¿Cuándo lo vamos a comprender?

El fútbol es la pasión de mi vida, llegó el momento en que me ofrecieron cama a cambio del gafete de árbitra internacional y fue cuando me derrumbé porque comprendí que no dependía de mi esfuerzo ni de mi capacidad, sino de mi sexo. Renuncié inmediatamente y emigré sin saber hacia dónde me llevaría el viento, fui hoja seca.

A más de alguno le parecerá exagerada la decisión de migrar por una decepción, ¿de un sueño? Pero hay que vivir una pasión con todas las fuerzas del ser para saber que es el motor que nos motiva a vivir. A mí me cortaron las alas y así emigré, completamente abatida. No tengo por qué mentir, no es victimización, es mi realidad y ha sido el camino que he recorrido. 

  1. ¿Cuáles son las pruebas por las cuales habéis pasado durante la travesía?

Muchas y son  imposibles de enumerar. Desconcierto, lo desconocido provoca angustia y más tratándose de una travesía sin documentos. De pronto hay que sacar arrestos de donde no los hay para poder sobrevivir a una experiencia tan traumática. Hay que tener la sangre fría y dejar las emociones a un lado  o estar completamente devastado para que alguien tome la decisión de dejar la vida en el intento. Eso me sucedió a mí,  que me daba igual morir en el frontera, jamás pensé que la iba a sobrevivir. 

En una situación tan extrema uno aprende a  enfrentar el miedo y a desafiar la  muerte. A ver morir personas y no enloquecer con el olor a sangre fresca y con  la atrocidad de la inhumanidad. Uno entra y sale del infierno constantemente en esa travesía.  Así  mismo en la post frontera.

La experiencia no se acaba ahí,  nos marca para el resto de nuestra vida. Uno aprende el verdadero significado de la sobrevivencia, del tiempo, de los instantes. Estar de cara a la muerte constantemente nos cambia por completo la visión de  las cosas. Lo que realmente vale la pena y la alegría. Quién sobrevive la frontera ha superado una prueba de fuego  y sangre y sabe que  nada ni nadie podrá jamás abatirlo, sino  pudo la frontera es porque ella misma nos hizo  invencibles pero de eso uno se entera hasta cuando pasa el tiempo, recién es un harapo, el estigma nos desmorona. Es el tiempo el que cura todo.

  1. Sufrió alguna amenaza de los coyotes?

Por  supuesto. Hay que saber que los coyotes o polleros son bandas de  tráfico de personas. Que no se tientan el alma a la hora de amedrentar y quebrantar la moral de sus victimas. Porque al final somos eso y ellos los victimarios. Solo somos un objeto con el que ellos hacen negocios, vivos les servimos hasta para el tráfico de órganos, muertos les estorbamos menos  y nos entierran en fosas clandestinas o nos dejan tirados en las orillas de los ríos, o en plena vía de tren. 

La amenaza es parte de la estrategia de intimidación  que utilizan las bandas de coyotes para someter a los migrantes en tránsito. No he escuchado que de alguien que haya cruzado la frontera sin haber sufrido intimidación por parte de los coyotes. No se quedan solo   en palabras, de la intimidación verbal pasan inmediatamente a violencia  física, con golpes, torturas, violaciones sexuales e irrespetan la vida con los asesinatos. 

  1. Cómo actúan las organizaciones de tráfico de inmigrantes que cruzan la frontera?

Primero tenemos que estar claros en que estas bandas las conforman las mismas autoridades mexicanas. El narco-estado que se vive en México desde hace ya varios años ha recrudecido los abusos de los migrantes. Los secuestros, violaciones sexuales,   desapariciones forzadas  y asesinatos  vienen desde las mismas autoridades que en contubernio con el crimen organizado hacen de los migrantes en tránsito su mejor negocio. 

Es que somos un negocio redondo y jugoso para ellos. Ahí están involucrados consulados, gobernantes, agentes de migración, alcaldes, ministerios públicos, ejército, la propia sociedad civil.  No existe protección alguna para  los migrantes. La gente ve el abuso y voltea para otro lado. Nos acusan de ladrones, de infestar México con nuestra presencia. De ir a quitarles los trabajos, de llenar de violencia el país. Nos acusan de violadores. Todo lo infame es lo que representamos los migrantes centro y sur americanos para la sociedad mexicana. Por eso cuando nos matan no se inmutan. Es el mismo gobierno el que maneja  las redes  del tráfico de personas. 

  1. ¿Cómo trabajan las fuerzas de seguridad de México y los Estados Unidos cuando se trata de inmigrantes ilegales tratando de cruzar la frontera?

Si atravesar México de por sí es un infierno, la frontera entre este país y Estados Unidos fulmina  a los migrantes. Son tratados como asesinos en ambas fronteras. La policía mexicana que encuentra migrantes en la frontera los secuestra y pide rescate a los familiares en Estados Unidos. A los que les va bien los deportan a sus países de origen, a los que no los entregan a las organizaciones criminales que tienen redes de tráfico de personas  para fines de explotación sexual o laboral, y también para el tráfico de  órganos.  Muchas veces los asesinan ahí mismo en el desierto y son  esas osamentas que se van encontrando con los años. O esos cuerpos en estado de descomposición que no logran reconocer las organizaciones de Derechos Humanos, porque la policía les ha quitado los documentos adrede para que los restos no sean retornados a sus  países de origen. 

La Patrulla Fronteriza realiza una verdadera cacería, tienen todo el apoyo del gobierno estadounidense. Nos insultan, nos golpean, nos torturan, nos violan, nos asesinan y no hay forma de denunciarlos porque si se hace una denuncia las cortes estadounidenses las desestiman. No hay forma de comprobarles, aunque estén las pruebas de que ellos asesinan migrantes y no respetan sus Derechos Humanos. Los mismos agentes de La Patrulla Fronteriza  abusan sexualmente a niñas, adolescentes y mujeres, ahí en la frontera y en los centros de detención,  todo queda grabado en las cámaras de vigilancia y aún así las denuncias no se toman en cuenta. Porque los migrantes en México y en Estados Unidos somos invisibles, la escoria de una oleada de parias que buscan comida y techo, esa masa humana que  no interesa  ni a los gobiernos del país de origen, de traslado y de llegada. Estamos solos. Y solos morimos. Tanto las autoridades mexicanas como La Patrulla Fronteriza nos utiliza y nos desecha. No hay ley que nos proteja. No hay  humanidad que nos respete. 

  1. ¿Usted fue testigo de una situación de maltrato, falta de respeto y la violación de la dignidad humana?

Quisiera decir con todas las fuerzas de mi corazón, que no fui testigo, pero por desgracia sí y esas imágenes están en mi memoria y me perseguirán hasta el día en que muera. Abuso sexual por parte de bandas delictivas en territorio mexicano y abuso sexual, golpes y asesinatos por parte de La  Patrulla Fronteriza en territorio estadounidense. La degradación humana yo la viví en la frontera. Todos desde los coyotes, las autoridades mexicanas y estadounidenses. Todos nos tratan como desechos. Es un verdaderos calvario atreverse a cruzar la frontera.  La mayoría de personas no saben  lo que les espera, porque los que logran sobrevivir la frontera no lo cuentan, es vergonzoso, duele, es humillante y prefieren guardarlo en lo más profundo de su memoria. Hay quienes lo imaginan y aún así la necesidad los obliga a migrar. Hay que tener muy claro que las migraciones de centroamericanos a Estados Unidos son forzadas. Y desde ahí comienza la tragedia. 

  1. Usted sufrió el trauma de la travesía?

Sí. Durante muchos años no pude dormir más de 3 horas, cuando lograba conciliar el sueño me despertaban las pesadillas y los gritos, el sonido de las motocicletas y de las balas. Me ensimismé. Como consecuencia tartamudeo, aún no logro hablar con la normalidad de antes de cruzar la frontera. Me alejé de las personas y me encerré. Me  hundí en el alcohol porque solo ebria lograba olvidar por instantes lo que había vivido en la frontera. Subí de peso. Dejé de practicar deporte. Odié mi vida de deportista. Renuncié a la alegría. La frontera me robó las ilusiones. Me hizo pedazos. Le huyo a las reuniones sociales, no soporto estar entre un grupo grande de personas, prefiero la soledad. Y en Guatemala no era así, siempre fui el alma de la fiesta. No logro dominar el hablar en público, y en Guatemala era todo lo contrario. Desconfío más de las personas. 

  1. ¿Cuál fue el destino de aquellos que, como usted, cruzarán la frontera?

Salimos de nuestros países de origen y no sabemos  si vamos a cruzar la frontera o nos vamos a morir en el camino. El destino es incierto. El destino es llegar a este país y trabajar en los oficios destinados para los indocumentados: limpiar casas, cortar grama, trabajar de sol a sol en los campos de cultivo, albañilería, partirse la espalda en fábricas trabajando hasta 19 horas al día de lunes a domingo. No tener derechos laborales. Que no nos respeten los Derechos Humanos. Que nos discriminen. ¿El destino? Es venir a morir lentamente en un encierro que nos pintan como el país de los sueños. Un embuste  de luces de neón y una realidad de alcantarilla. Pero por otro lado la realidad en los países de origen mata de hambre, entonces entiendo por qué la necesidad de aventurarse a una travesía tan arriesgada. Allá no es mejor que aquí para nosotros los invisibles. 

  1. ¿Por qué escribió este libro?

Soy la protagonista principal,  y no para tener las luces de los focos puestas en mí, sino porque así me tocó, porque esa es la historia de mi travesía.

 La periodista chilena Carolina Vásquez Araya, radicada en Guatemala, tuvo que ver mucho en que yo decidiera escribirlo, llevo años leyendo sus columnas de opinión en Prensa Libre, -un periódico guatemalteco- y siempre denuncia la trata de personas, los abusos sexuales que vivimos las  niñas, adolescentes y mujeres en nuestros países de origen. La discriminación con la que crecemos los niños marginados por el sistema y la sociedad. 

Ella es una de las pocas periodistas que visibilizan el drama de la migración forzada y profundiza en las razones, una mujer de una humanidad admirable, maestra en todo el sentido de la palabra. Ella fue el motor que me impulsó  a desnudarme de tal manera. 

Leyendo sus columnas comprendí que no me podía quedar con esto dentro, que mi deber humano era darlo a conocer. Que si quería ser parte del cambio no podía guardarme algo tan devastador, y que necesitaba sacarlo a la luz para que otras personas conocieran de mano de la propia protagonista lo que es la frontera entre México y Estados Unidos. 

Logré escribirlo con todo tipo de detalles gracias a que ya lo superé, fueron diez años de estar trabajando en mis emociones, en abrir las heridas y ventilarlas para dejarlas secar. Pasé por desvelos, por renuncias, por el alcoholismo, por depresiones para volver a retoñar. La frontera me dejó estéril, de sueños, de vida,  no ha sido un proceso fácil recordar el olor  a sangre y no derrumbarme de nuevo.

Lo escribí porque es mi obligación humana, porque soy post frontera, porque soy de los miles de invisibles, porque si no lo decimos nosotros los indocumentados nadie lo dirá a cabalidad. Por eso lo escribí, no para buscar fama ni dinero, ni aplausos. Lo escribí porque quiero ser parte del cambio y para eso hay que  involucrarse.

  1. ¿Cuál es su situación actual en los EE.UU.? ¿Cómo es la vida como un inmigrante ilegal?

Sigo siendo indocumentada tal y como cuando llegué el 11 de noviembre de 2003.

Trabajo en los mil oficios como  los millones de indocumentados. No tengo derechos laborales. Al igual que los millones de invisibles me pueden deportar cualquier día. Al igual que ellos salgo del apartamento que rento con mi hermana-mamá, Evelyn (que ya tenía un año de estar aquí cuando emigré, solo que ella emigró con visa no vivió la frontera)   y no sé si voy a regresar porque en cualquier momento un policía racista puede detenerme y enviarme directo a deportación.  Se aprende a vivir con esa realidad llena de sobresaltos. Es parte del andar indocumentado en este país.

Por eso aprendí a disfrutar de las pequeñas cosas: mis paseos en bicicleta, mis caminatas por mi reserva forestal rentada. Las vistas del lago Michigan. La brisa de la primavera y los colores del otoño.  El blanco invierno tan lleno de magia. Son cosas que para muchos parecen insignificantes pero que llenan el alma. Uno aprende a vivir con lo que hay, que al final es mucho.

 Uno nunca se termina de acostumbrar, nadie quiere estar dentro de una cárcel aunque tenga luces de neón y rascacielos. Nunca se deja  de ser extranjero y siempre se retorna en nostalgias al país de origen.  Se aprende a  digerir  esta sobrevivencia de frontera y migración.  

Este proceso catártico de la escritura y la poesía,  me ha permitido reverdecer, poco a poco las letras se han convertido en mi razón de ser, en el aire que respiro.  En mi convicción.  Son en definitivo mi expresión más leal. 

No puedo ser egoísta  y guardarlas solo  para mí creando mariposas de colores y cielos siempre azules;  mi deber es lanzarlas al viento para que otras personas sepan lo que  es la realidad del indocumentado que al final  de cuentas es muy similar en cualquier lugar del mundo. 

Agradezco la entrevista a Diário Liberade, gracias por darme la oportunidad de expresar a sus lectores la importancia de que todos nos involucremos en la odisea de las migraciones forzadas y que seamos parte del cambio. Ningún ser humano es ilegal. Libre tránsito para todos. Gracias por traducir  este libro al portugués. Sigamos caminando  y hagamos del mundo una Patria Grande.

Enlace de la entrevista en Portugués: 

http://www.diarioliberdade.org/artigos-em-destaque/411-migracons/55161-ilka-oliva,-migrante-indocumentada-nos-estados-unidos-somos-um-negócio-perfeito-para-as-autoridades.html

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