Instituciones Fallidas

RAFAEL LORET DE MOLA

  • Instituciones Fallidas
  • La Economía se Tambalea
  • Bajo Volcanes que Viven

Por: Rafael Loret de Mola

En el andar de nuestra singular democracia, con pasos hacia atrás constantes como frutos de los intereses amafiados, no han sido poco frecuentes las reformas y la creación de instituciones destinadas, supuestamente, a la defensa de la voluntad popular, o de la soberanía fundamentada en el pueblo como alegan los juristas. No todo ha sido fallido pero tampoco podemos concluir que hemos avanzado en cada renglón.

Recuerdo, con motivo de la muerte del jurista Jorge Carpizo McGregor –su prestigio académico se tambaleó a su paso por la administración de Carlos Salinas, sin remedio-, una conversación sostenida con éste cuando inauguró la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en plena etapa de simulaciones por parte del salinismo “químicamente puro” que intentó siempre justificarse luego de la ilegítima asunción presidencial de 1988. Ya no cabe duda alguna sobre el fraude electoral de aquel año, como no la habrá acerca de los comicios de 2006 cuando llegue la hora del juicio definitivo. Pues bien, le pregunté entonces a Carpizo por qué los delitos electorales no eran motivo de interés y seguimiento por parte de la incipiente institución defensora de los derechos primigenios. Dudó, por unos instantes en los que abrió y cerró los ojos con rapidez, y me soltó una aseveración inolvidable:

-Bueno, sucede que para las cuestiones electorales ya existen tribunales y órganos específicos encargados de la defensa de los derechos de la ciudadanía.

Tal fue el argumento que, desde luego, no me convenció. En la misma línea, todas y cada una de las afrentas contra los seres humanos –desde genocidios hasta persecuciones desde el poder-, tienen canalización aparente hacia tribunales y finalmente hacia la Suprema Corte de Justicia, por lo que cabría entonces concluir que la Comisión señalada carecería de solidez ideológica e institucional. Pero, precisamente, es la ausencia de justicia, marcada por las desviaciones y abusos desde la cúpula de los mandantes, la que obliga a buscar otros refugios destinados a elevar las garantías de quienes, como seres libres, merecen ser tratados con todas las consideraciones de la civilidad.

Aquella Comisión, que se mantiene con pocos frutos y mucho ruido, fue la aportación de un gobierno cuestionado desde los foros internacionales por la evidente ausencia de democracia en las decisiones generales. Salinas intentó con ello una especie de bautismo histórico para redimirse del pecado original, el del fraude electoral, y aspirar a un nicho respetable. Para algunos, los beneficiarios de aquel sexenio, lo logró; para la mayoría, en cambio, el personaje encarna todos los vicios del llamado sistema político mexicano, incluyendo, desde luego, el complejo tema de la sucesión presidencial.

De igual manera, salinas hizo nacer al Instituto Federal Electoral –ahora maquillado como Instituto Nacional para Elecciones (INE)-, para dotar de cierta autonomía –su primer titular fue el mexiquense Emilio Chuayffet Chemor, quien sería premiado, luego de su paso por el incipiente organismo electoral, con la gubernatura del Estado de México, primero, y la titularidad de la Secretaría de Gobernación, después, en plena y franca colusión de intereses-, al órgano rector de las contiendas proselitistas luego de que el Consejo Electoral, presidido hasta entonces por el secretario de Gobernación, sucumbió por las torpezas operativas y los descarados desplantes antidemocráticos de manuel bartlett, precisamente en 1988, a favor de salinas. Ahora este sujeto es estandarte de una izquierda sin memoria. Para sentir náuseas.

No dudamos que el IFE, pese a todo, significó un avance hasta 2000 cuando se prohijó la primera alternancia, pero después también se envileció con la prepotencia y la actitud sumisa ante las consignas del Ejecutivo federal que confluyeron hacia las desaseadas elecciones de 2006. No hay credibilidad en una instancia que, de entrada, convierte a consejeros y representantes partidistas en una especie de concilio de monaguillos dispuestos a encontrar el protagonismo a costa de los candidatos y sus organismos políticos. Como ahora, cuando se han dado el lujo de mermar la libertad de expresión hasta convertirse en una nueva, innecesaria fiscalía lista a revisar con microscopio los derrapes de los adversarios al régimen mientras cierran los ojos cuando se trata de los aliados. De multa en multa, más parecen –los consejeros- aquellos viejos “mordelones” que nos hacían la vida imposible por su voracidad a través de todas las rúas de la capital.

Observemos, igualmente, el derrotero del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE), que se arroga la calificación de los comicios, condición que antes era exclusiva del Legislativo aun cuando los insaciables “mayoriteos”, afines a los mandatarios de cada época, imponían las consignas al raciocinio, incluso las vendettas al sentido común. Sólo que el remedio, el TRIFE, resultó peor a la enfermedad. Saquemos cuentas:

1.- Antes, quienes eran declarados electos como diputados y senadores, podían defender sus propios casos, en el seno de l que se conocía como Colegio Electoral, y enfrentar las denuncias respectivas sobre irregularidades y vicios; por desgracia, insisto, esta opción fue mancillada por el presidencialismo autoritario que señalaba líneas a “sus” legisladores que hacían mayoría… hasta que los escenarios cambiaron en 1997 cuando el PRI no alcanzó a contar con la mitad más uno de los diputados. Entonces vino una etapa paralizante que culminó, al fin, con la segregación del Legislativo y la creación del TRIFE, integrado sólo por siete sabios –y ya no por quinientos congresistas potenciales-, quienes responden a sus peculiares puntos de vista bajo el refugio de una máxima que hace “inatacables” sus dictámenes finales, como el vergonzoso de 2006 cuando se consideró que la ilegítima intervención presidencial en el proceso no había sido “determinante” para el resultado final, una farsa casi tan grande como el mandato y posterior lapso de calderón en la Presidencia. La historia será terrible con él.

El hecho es que siete reemplazaron a quinientos. Y visto así este ejercicio no puede invocarse a la democracia de modo alguno; al contrario, percibo un tremendo retroceso, insisto, aun considerando los vicios del mayoriteo que bien pudieron atajarse y combatirse desde otras perspectivas y no a costa de aumentar la burocracia electoral –con sueldos millonarios- a favor d supuestos juristas irreprochables. ¡Ay, si todos los amables lectores conocieran algunas de las historias de los Magistrados y Ministros de la Corte! Algunas de ellas están recopiladas en “Nuestro Inframundo” –Jus, 2011-, escrita con la visión mexicana que se antepone al oportunismo de la trepadora argentina a la que tanto ruido le hacen los imbéciles que no se percatan de los pretendidos aires de superioridad de quien, desde Miami, pretende dictarnos lecciones de periodismo para cuestionar a los actores gubernamentales. Por favor.

El oro se trocó en bronce y sepultó a los mineros, es decir a los constructores de la incipiente democracia nuestra. Tal ha sido, en resumen, la peor de las trampas concebibles.

Mirador

Las finanzas no van bien y menos cuando se politizan. Con una economía, francamente dependiente de los movimientos y los negros vientos del exterior, específicamente de Wall Street, es claro que son escasas nuestras posibilidades para salir de la caldera: la deuda externa e interna del país, sumados los sectores privado y público, ya rebasa al billón de dólares, esto es mil millones de millones, más de cinco tantos más que las reservas internacionales del Banco de México que alcanzan ya, con enorme sacrificio oficial, los 181 mil millones de dólares. Un desastre para decirlo con claridad pues este dinero, yo le llamo de “manos muertas” como los bienes que permanecían en poder del clero antes de la Reforma juarista, sólo sirve para garantía a favor de los acreedores, no para sostener una estabilidad cuando la relación es de mas de cinco por uno en relación con lo que tenemos y cuánto debemos. Con la soga al cuello.

Pese a la emergencia –evidente por la ausencia de obras de infraestructura, antaño la única condición constitucional que posibilitaba solicitar empréstitos al exterior-, en la secretaría de Hacienda, encabezada por el doctor Luis Videgaray Caso, mexiquense como el mandatario peña nieto y cuya actuación en el Legislativo como diputado presidente de la comisión precisamente de Hacienda fue impecable –obviamente en defensa de principios que ahora olvida mientras defiende lo rechazado entonces-, pareen más interesados en asegurar el futuro del titular de la dependencia y no el de los mexicanos.

Esta es la razón por la cual, además del bandidaje extendido –ya había fuertes bandas criminales actuando pero la emigración desde Michoacán desequilibró cualquier propósito de control-, o más bien con este pretexto, se pretende descabezar al gobierno de la entidad para que desaparezca del panorama nacional Luis Enrique Miranda Nava, subsecretario de Gobernación y quien goza de amplia confianza por parte del presidente en funciones. No vaya a ser que le salga a Videgaray el tiro por la culata.

Lo más grave del asunto es que, por el momento, la producción nacional –bandera original de los peñistas- ha sido abandonada al tiempo que aumentan las presiones sociales y los ingresos por el petróleo, astutamente por parte de los operarios de Los Pinos, disminuyen mientras las remesas de los trabajadores mexicanos en el exterior, documentados o no, se convierten en la primera fuente de captación para mantener la cada vez más precaria estabilidad del país. Pero, ¿cómo lograrlo si no se aumentan las participaciones a los estados federales y el gobierno central, más bien, parece inoperante ante los desafíos actuales y cuantos vienen?

¿Estará pensando Videgaray que si sale Miranda Nava del gabinete, él puede desplazarse a una posición más cómoda, como la SEDESOL ahora en manos de Rosario Robles Berlanga –autora de “Con todo el Corazón”, una suerte de autobiografía sin autocrítica ni los pasajes tormentosos que sabemos ha tenido-? Pero el equipo peñista perdería con ello un toque de pluralidad. Puro cinismo como en los viejos tiempos.

Por las Alcobas

En Comala busqué a Juan Rulfo y lo encontré sentado en una de las bancas del parque con su “Pedro Páramo” entre sus brazos, al arrullo de los misterios. Luego probé la “tuba” que eleva espíritus insaciables como los chocarreros que pululan por esta región maravillosa frente a los volcanes “de nieve” y “de fuego” cuyas fumarlas no cesan como muestra de la vitalidad de nuestro México incluso sobre las catástrofes naturales.

Ya mañana les contaré algunos otros sucesos que vivimos por allí, en Colima, en donde la pluralidad la dicta el gobierno quien cercena a un municipio, Cuauhtémoc, por el solo hecho de que lo gobierna una joven –por su propia iniciativa me reveló que actualmente cuenta con veintisiete años y tenía veintidós cuando fue diputada federal- y talentosa alcaldesa… militante del PRD.

Cuando brotan los cacicazgos y los usos facciosos se pone fin a la democracia. Y vamos hacia atrás: sólo el 53 por ciento de los mexicanos está conforme con este modelo. Un porcentaje similar al de los españoles que favorecen aún a la monarquía de zánganos. Vamos para atrás, en sentido contrario a la historia por obra y gracia de quienes no entienden que gobernar NO es mandar e imponer; y, sobre todo, olvidan que su lapso es perentorio y siempre les llega la hora. Mañana seremos más precisos. Por hoy les digo que, desde el Teatro Hidalgo, exigí, como mexicano afrentado, no sólo el cese de la discriminación –enfermiza- hacia un Ayuntamiento sino igualmente el esclarecimiento del crimen contra Silverio Cavazos, el ex gobernador a quien sus sucesores jamás toleraron. Es un cuento largo de latrocinios –como los cometidos por Fernando Moreno Peña-, e indolencia que colocan a uno de los más pequeños estados del país, por sus dimensiones, entre los mayores polvorines.

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