Rafael Loret de Mola – Apoyos Retóricos

Rafael Loret de Mola - Apoyos Retóricos

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Por Rafael Loret de Mola

En ausencia de apoyos en el interior del país, salvo algunos provenientes de poco menos de la mitad de los empresarios catalogados en Forbes como los de mayores fortunas en nuestro país –en especial me indigna saber que el negligente criminal germán larrea mota-velasco ascendió al segundo lugar con una fortuna mayor a los 13 mil 900 millones de dólares sobre la sangre de sus trabajadores quienes laboran en condiciones infrahumanas-, nuestro “egregio” mandatario, enrique peña nieto, busca espaldarazos en el exterior.

Rafael Loret de Mola - Apoyos Retóricos

Recuérdese que, en materia de récords, como el célebre Cristiano Ronaldo, rompe alguno cada día máxime si su agenda sexual está repleta. Recordemos su hazaña en Beijing cuando marginó las graves secuelas de las masacres en Tlatlaya e Iguala, para supuestamente asistir a algunas “reuniones” con mandatarios quienes, en su mayoría, lo desairaron; y, para colmo, ha sido el primero, entre sus predecesores y él, en viajar para traer inversiones y regresar ¡con mayores deudas! Ello, por incumplimiento en los contratos para realizar el ferrocarril de alta velocidad entre la ciudad de México y la de Querétaro. Pagó los proyectos sin por eso dejar a un lado las jugosas comisiones recibidas por sus hermanitas Verónica y Ana Cecilia, hijos todos de Enrique Peña del Mazo, primo del ex gobernador mexiquense Alfredo del Mazo a quien debe aún facturas políticas con relación a la herencia de éste.

Menos mal que en Inglaterra le permitieron subirse a la carroza dorada de la Reina quien será nonagenaria en abril muy próximo manteniendo la jefatura de Estado por mayor tiempo desde su antecesora Victoria, su bisabuela quien se mantuvo por sesenta y cuatro años; Isabel ya lleva sesenta y y cuatro y meses y ya rompió, por su parte, el récord de longevidad. Se las sabe todas desde que recibió a “su” primer ministro, el original, Winston Churchill, quien se postró a sus pies en los tiempos turbulentos de la posguerra. Y su cultura, aventajada por sus múltiples viajes al exterior –este columnista la conoció en 1975 en Yucatán y pudo intercambiar una breve conversación con ella en la que me demostró que, a diferencia de otros monarcas, ella sí se hace respetar, reinando-, y su conocimiento sobre la geopolítica universal.

Con lo anterior pretendo subrayar el grado de influencia de quien aún representa los intereses de dieciséis naciones “independientes” aun cuando la soberanía la ejerce ella incluyendo una potencia mundial como lo es Canadá, supuesto socio comercial de México por el Tratado de Libre Comercio y una tremenda diferencia entre sus economías. Con este bagaje a cuestas irrumpió para alegar en el “Reino Unido”, desde hace doce meses, las reformas peñistas sin concretar específicamente cómo y cuándo.

La habilidad de los pocos estadistas que han durado en el frente más de medio siglo –dictadores, los más, y algunos monarcas-, es tan especial que seguramente reconocen las intenciones de sus contertulios y visitantes con solo mirarles a los ojos y observar su lenguaje corporal. Y ella, Isabel II, como puede apreciarse en las fotografías, prefirió alejarse de las lisonjas y explicaciones del presidente mexicano mirando hacia el exterior por la ventanilla de su rico carruaje, acaso el último de este tipo que aún prevalece en las ceremonias oficiales a través de su capital, Londres –en España hay un paralelismo para recibir a los embajadores pero sólo rodean, impulsados por caballos blancos, el jardín del Palacio Real-. No es únicamente un atractivo turístico sino conlleva una infinidad de reminiscencias sobre el “imperio” que es impulso para la conciencia colectiva de quienes aceptan su condición de súbditos y hasta les agrada. Las historias de cada nación no suelen entrecruzarse con interpretaciones extremas sobre la libertad.

Pues bien, más allá de los hilos diplomáticos, la visita de peña a tales heredades en donde se respira la literatura por doquier incluyendo las novelas de mosqueteros y los ardides de Sherlock Holmes –lo más que habrá alcanzado a leer nuestro mandatario sin entrometerse en los escritos de Lord Byron o Schakespeare-, cuando la niebla aun cubría el corazón de Inglaterra, puede dar lugar a varias lecturas. Veamos:

1.- En el cementerio inglés de Real del Monte yacen algunos de los técnicos especialistas en saquear nuestras minas y a quienes ahora se honra por haber sido quienes introdujeron el fútbol a nuestro país. Maravilloso. Se llevaron plata y oro a cambio de balones y “pastes” –las empanadas singulares de la región-, y un profundo rencor contra el general Lázaro Cárdenas del Río quien, de tajo, acabó con las insolencias de los empresarios anglosajones que se cansaron de explotar nuestros yacimientos.

2.- No extraña, con tal antecedente, la búsqueda desesperada de peña de un retorno hasta antes de 1938. Los vaivenes en los precios del petróleo determinaron la paralización de su pretenciosa reforma energética, aprobada mediante chantajes soterrados en el Congreso aunque significase una afrenta para la historia patria, que se quedó sin la clientela esperada.

El gobierno actual esperaba un tumulto de empresarios a las puertas de PEMEX para signar los contratos impíos y desproporcionados; y no fue así porque la mezcla mexicana del crudo llegó a caer hasta por debo de los cuarenta dólares por barril. Y las condiciones se revertieron sin muchos espacios para la especulación.

Pero el orgullo inglés no pasa con las décadas ni las centurias. A setenta y siete años de la expropiación petrolera, los consorcios de la isla británica esperan una absoluta humillación por parte del gobierno mexicano, tanta como sea posible y al estilo de cuanto lograron en las Malvinas, incluyendo las violaciones a los marinos argentinos allá por la década de los ochenta del siglo anterior, para no dejar lugar a dudas de la fuerza y la resistencia de su “unión”. Y quizá por ello, la Reina, tan culta si bien anciana ya, se equivocó creyendo que México era parte de los protectorados de Gran Bretaña.

¿O acaso fue una estrategia para abaratar, todavía más, las riquezas de nuestro subsuelo con miras a asegurarse el retorno triunfal de los ingleses a los territorios que arrasaron con sus ambiciones ilimitadas? Por supuesto, amables lectores, no esperen una explicación oficial y pormenorizada de nuestro gobierno sino un juego retórico que plantee cómo fuimos “rescatados” en abono de nuestra permanente sumisión. Una vergüenza más al bagaje del peñismo extraviado.

Y por el mismo estilo van las cosas en otras naciones dispuestas a hincarles los dientes a México con la venia de la pareja mediática que deslumbra en las cenas de gala aunque no sepan cómo ni de qué hablar más allá de los guiones preestablecidos; en eso, sin duda, ayuda una barbaridad contar con una actriz en el papel de “primera dama”, por cierto el más redituable de cuantos ha representado pese a los desaires de alcoba. Por cincuenta mil pesos diarios, y no los cincuenta pesos con los que se compra al electorado depauperado en el Bajío, cualquiera de las mujeres de la farándula podría soportarlo, digo.

La desesperación del gobierno, ante su desprestigio mundial además, se vuelca en autocríticas que no ninguno de los integrantes del gabinete, ni el mandatario aún en funciones, es capaz de realizar ante los mexicanos, como el reconocimiento a la desigualdad social y a la consiguiente irritación de una población supuestamente por los mártires de Ayotzinapa, ocultando todo lo demás: ciento cincuenta mil asesinatos por la inútil guerra entra las mafias amén de casi treinta mil “desapariciones” de 2008 a la fecha, es decir en poco más de un sexenio combinadas las gestiones de calderón, el hablador, y de peña, el mediático. Siento vergüenza al escribirlo, como mexicano, porque los extranjeros preguntan cómo es que llegamos a este punto; y no tenemos respuestas más que los largos análisis sobre una situación inexplicable. Sobre todo porque habiendo soluciones los miembros del gobierno las ignoran.

Y mientras el temporal arrecia no nos ofrecen ni siquiera un mal paraguas.

Debate

Lorenzo Córdova Vianello es un evasor. Si bien no conocemos al dedillo la presentación de sus declaraciones tributarias –que induzco deben ser ejemplares-, es obvio que en materia de escapismo político es un experto. Primero, privilegia las consignas presidenciales, no las de él sino las del señor peña, protege a los “verdes” a quienes está integrado todavía Manuel Velasco Coello, deseoso de andar su propio camino, digamos dentro del PRI, para romper con el PV que se ha enseñoreado de todo Chiapas.

El hecho es que Córdova, tras su burda demostración de parcialidad hacia el poder Ejecutivo –se supone que el IFE, primero, y el INE ahora nacieron para reordenar el círculo cerrado del poder dándole autonomía a los órganos electorales sin que ello haya podido lograrse-, está muy enfadado porque la izquierda ha tardado en volver a la mesa y a los sitios que les corresponden en el Consejo General aduciendo que no existe trato equitativo, condición más que demostrada aun con los disensos de la derecha unida.

Córdova insiste en que no es factible alcanzar acuerdo democráticos sin el debate; y en ello tiene la razón salvo por un pequeño olvido: la discusión debe darse sobre bases iguales para todos los participantes y no con menguada autoridad de los “indeseables” para el gobierno así sea la MORENA de López Obrador que cobra relevancia a medida que el peñismo y el PRI, con formas por demás insolentes, alebrestan y contrarían a una población harta de mezquindades políticas y truculencias comiciales.

Lo peor del caso es que a los antiguos consejeros presidentes –del IFE en estos casos-, se les cuestionó cuando no supieron manejar los escrutinios; y a Córdova se le repele ya luego del proceso para las elecciones federales intermedias. Vamos para atrás de la mano de Juniors privilegiados por el poder central.

La Anécdota

Según explicaron algunos de los colegas que acompañan a los peña en sus salidas al exterior, las sonrisas y los vestidos de la “primera dama” levantan suspiros. Y alguna vez, cuando en ausencia, alejados del territorio nacional y sus agobios, recibieron las malas nuevas cotidianas y algunas críticas que apenas contrarrestan los mercenarios de la pluma –no hace falta decir quienes-, en los corrillos de la comitiva de los reyes sexenales de México pudo escucharse:

–Ni modo. Los odian por ser bonitos…

¿Fin de la historia?

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