Rafael Loret de Mola – El Federalismo de peña

RAFAEL LORET DE MOLA

  • El Federalismo de peña
  • Corran Presidenciables
  • Los Peores Gobernadores

Por Rafael Loret de Mola

Cuando Antonio López de Santa Anna, uno de los grandes antihéroes del capítulo amargo de nuestra historia, demandó por sus propios fueros, en abril de 1853, el título de “Alteza Serenísima” imponiéndole a la bisoña nación mexicana un gobierno centralista, Yucatán decidió separarse por su vocación federalista pura; y de allí surgió la injusta leyenda negra que sólo es broma, y mala, en nuestros días. Dos años después, al caer Santa Anna y reinstaurarse el federalismo, Yucatán recobró, con orgullo, su nacionalidad. Fue una bella lección de civismo muy distinta a la tergiversación estúpida de quienes sólo denostan para sentirse importantes.

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Por el Federalismo, México es. Lo mismo sucedió, años antes, el 14 de septiembre de 1824, coincidiendo con el Congreso Constituyente al amparo de las ideas del gran Morelos, con la región chiapaneca que pasó, desde entonces, a formar parte de la Federación y de México luego de ejercer el modelo localmente, esto es con autonomía entre el más de un centenar de municipios y alcaldías y una unión consolidada en el respeto y la convicción patriótica; así se amplió el territorio mexicano, que antes había sido mesoamericano y colonia española sobre las huellas de uno de los mayores genocidios sobre la tierra ajena, para no volver hacia atrás, cuando menos en cuando a las instituciones formales y muy a pesar de eventos tales como la dictadura porfiriana, acogida por los terratenientes yucatecos con casi devoción para luego ser compensados con el reparto, entre once familias –la “casta divina”-, de lo que es hoy el territorio de Quintana Roo.

El federalismo, en los hechos, ha sido una de las grandes falsedades de la estructura nacional. Nunca ha sido ni nunca, por ende, se ha respetado. Todos los gobernadores, de distintas estaturas políticas, a través de los años posteriores a “la bola” y hasta la actualidad –con la soberbia galopante de algunos de ellos-, han sido una especie de súbditos de la administración federal y, lo que es peor, han aceptado como virreyes a los secretarios de Estado quienes imponen programas, muchas veces ajenos a las condiciones climáticas de cada región por desconocimiento absurdo y soberbia capitalina, y pretenden tener jerarquía sobre los mandatarios supuestamente electos por sufragio universal. (El supuesto es por la enorme cantidad de fraudes comiciales que restan toda legitimidad política).

Alguna vez me contó el maestro Alfredo Trueba Urbina, quien fuera gobernador de Campeche entre 1955 y 1961 –su hijo, Jorge Trueba Barrera, formó parte del Sínodo ante el que realicé mi examen profesional en febrero de 1977-, una chispeante anécdota de cuando se presentó ante uno de los ministros de entonces, precisamente el secretario de Gobernación, gistavo díaz ordaz; éste le hizo esperar más de una hora en la antesala y cuando le recibió al fin quien tomaría el relevo presidencial, Trueba le espetó con dureza:

–Sólo le esperé, señor secretario, para decirle que no volveré aquí. Yo soy un gobernador que encabeza a una soberanía, la de Campeche; y usted es sólo un gato, de Angora si quiere, del presidente Adolfo López Mateos.

Nunca más volvió al Palacio de Bucareli pero díaz ordaz no olvidó la afrenta y la trasladó a los yucatecos quienes se quejaban del deterioro de sus casas por la introducción –muy necesaria, claro- del agua potable a Mérida; por el suelo calizo peninsular debían abrirse las zanjas con bombas –de allí la expresión jocosa de los chascarrillos del Mayab-, con los consiguientes efectos para las fachadas y los techos de la otrora ciudad blanca, tan mal gobernada. Ya presidente, al oí los reclamos, agarró fuerte del brazo a uno de los demandantes y le dijo, a gritos:

–¡Pues, entonces, qué sigan bebiendo sus caldos de microbios! –con referencia a la dulce agua de los pozos, misma que se hervía, cuyas veletas se mecían casi románticamente; no puedo olvidarlas-.

La inaudita prepotencia se mantiene. Pensábamos que la idea de unificar en un solo mando a los policías tenía su razón de ser en la emergencia producida por la expansión del narcotráfico; nos equivocamos rotundamente: más bien se consolidaron los acuerdos soterrados para mantener una guerra entre mafias, proyectada por calderón y que ha rebasado al apocado peña, con saldos de ríos de sangre por doquier. Pero tal era una cuestión que podría entenderse a partir de la indispensable defensa de nuestra soberanía nacional y era comprensible, de haber sido cierta la iniciativa, aun cuando no fuera estrictamente constitucional por cuanto se sometían las soberanías estatales.

A partir de entonces las agresiones al sistema federal se generalizaron hasta llegar a un punto intolerable, por demás absurdo y fuera de lugar. Por ejemplo, el “presidenciable” Arturo Nuño Mayer, quien fuera jefe de asesores de la Presidencia –cargo en el cual ordenó la construcción de un edificio, sin aviso alguno, a final de la residencia oficial de Los Pinos y a un costado de la avenida Constituyentes en la ciudad de México-, y ahora secretario de Educación, se da el lujo de “ordenar” a los gobernadores que reduzcan salarios a los maestros “faltistas”, es decir a cuantos se manifiestan para protestar por los abusos y abandonos de la administración peñista, considerando que los mandatarios que no lo hagan “incurrirán en responsabilidades” de orden judicial, se entiende. No hay respeto, desde la cúpula del gobierno enajenante de peña nieto, ni siquiera al fuero constitucional salvo el de ellos mismos, los entenados del gabinete convertidos en perros falderos o de caza de acuerdo a sus distintas posiciones.

Nuño parece olvidar lo que dice el artículo noveno de la Constitución, mismo que no respetan los genízaros de Los Pinos quienes persiguen con armas de fuego y rodean a quienes portan sólo cacerolas:

–“No se podrá coartar –dice el noveno constitucional-, el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito…”

Por otra parte olvida que los estados de la Unión son federales y, por tanto, el gobierno federal NO puede imponer taxativas ni reglas de ningún género que violente este principio fundamental, como lo pretende Nuño al intentar someter a los gobernadores sobre si deben o no pagar sus salarios a los maestros que dependen de cada entidad. Tal es una aberración que sólo pueden concebir las mentes fascistas, totalitarias, en un país de estatus policiaco y no legal, bajo el oprobio de la fuerza bruta.

Si Nuño pretende ser presidente y logra su objetivo –lo que este columnista sencillamente no cree al observar la crispación general y el repudio contra el peñismo en general del que Aurelio forma parte destacada-, tendríamos un dictadorcito en cierne cuya única tabla de salvación sería la alianza con una parte del ejército, la coludida con el narcotráfico para decirlo con claridad, para imponernos una administración intolerante, amoral y sin apego alguno a a legislación y el Derecho.

Nuño, por torpeza –ya entendemos bastante mejor los orígenes de los derrapes sistemáticos del señor peña y la poca profundidad y confusión de sus discursos-, lanzó una balandronada sin peso, absurda y fuera de contexto, para parecer “fuerte” en un ámbito repleto de ignorantes de la ley y de presuntos violadores de la justicia. Y, además, tan ufano, creyó así congraciarse con quienes, desde consorcios poderosos, exigen la represión siempre y cuando no les llegue a ellos el agua al cuello. Hipócritas de altos vuelos.

De tener un poco de criterio, Nuño mediría sus alcances y sus palabras; como no lo tiene seguirá amenazando, hostigando, hasta que, de plano, sea desenmascarado. Quizá por ello los esbirros presidenciales temen tanto que se pronuncie la ciudadanía.

Recuerden: ONU: SOS. La MARCHA DE LOS CACEROLAZOS ES PASADO MAÑANA, SÁBADO 24, A LAS DOCE DEL DÍA. DESDE EL ÁNGEL DE LA INDEPENDENCIA Y EN CADA PLAZA PRINCIPAL DE LAS CIUDADES DEL INTERIOR DEL PAÍS.

Debate

Bueno, ahora sí, los presidenciables están desatados al considerar y observar los vacíos prevalecientes en el ejercicio del poder; no falta mucho para que el señor peña comience a gobernar desde su helicóptero, alejado del terrenal ruido, con tal de blindarse contra las irritadas voces de un pueblo afrentado diez, cien veces por su régimen opresor.

Los presidenciables del PRI dan tanta pena que no les importa llevar “colas” verdes a la fiesta de la desvergüenza, pese a la náusea que producen los dirigentes más farsantes de la historia de los partidos políticos en México.

Mientras, en la izquierda, el icono y el jefe de gobierno defeño cargan serias secuelas de sus cardiopatías y reducen esfuerzos. Desde Roma, Andrés Manuel –quien salió de México con sigilo-, informó que estuvo por El Vaticano –a pesar de expresar más de una vez su animadversión contra la Iglesia-, y hasta portó una medallita de Bartolomé de las Casas, “defensor de indígenas” dijo aun en su calidad de encomendero español acaso para justificar, con caridades mínimas, el brutal genocidio cometido por sus compañeros de aventuras.

Y por el lado de la derecha, el debate entre Margarita, una de las piromaníacas de Hermosillo, y el “góber-bala” de Puebla, se acelera y arrastra al PAN hacia el pantano. El dirigente, Ricardo Anaya Cortés, a su vez, se frota las manos al considerar que si ellos se queman, él será leña verde. Una perspectiva odiosa.

Mexicanos: ¿quieren seguir por esta senda?

La Anécdota

Lista de los tres peores gobernadores del mes, si bien es una mirada discrecional:

1.- Egidio Torre Cantú, de Tamaulipas en pleno narco-Estado.

2.- Mario Anguiano Moreno, el saliente de Colima implicado en el crimen contra Silverio Cavazos Ceballos, ex gobernador de la entidad, y el atentado sufrido por Fernando Moreno Peña, en la misma condición.

3.- Javier Duarte de Ochoa, visto como el mayor represor de la República.
Solicito a mis lectores que voten, incluyendo a alguno que no haya contemplado en la triada, para recoger, contar y publicitar sus posiciones.

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