Rafael Loret de Mola – Presente Diabólico

RAFAEL LORET DE MOLA

*Presente Diabólico
*Nación sin Bandera
*La Mujer Influyente

Por Rafael Loret de Mola

Rafael Loret de Mola - Presente DiabólicoEstremece, sí, meditar acerca de la pobre evolución de los pueblos y las naciones. Cuando observamos hacia la Edad de Piedra contemplamos, en los libros de historia antigua, las mismas debilidades y contradicciones en los seres humanos pese a la evolución de las especies siguiendo la teoría de Darwin. A veces desearíamos convivir con los gorilas, menos belicosos que los seres humanos, con tal de tener etapas de apaciguamiento aunque aquellos primates, nuestros ancestros dicen, carezcan de raciocinio.

(No pocas veces he meditado sobre la capacidad de los animales, desde bestias hasta mascotas domésticas, para convertir a sus amos en sus esclavos muy a pesar de la superioridad de éstos basada en la capacidad de argumentar, hablar y construir un mejor hábitat y los consecuentes privilegios del ingenio que dan cauce a las comodidades de cada época. Lo grave es cuando, fuera del estatus establecido, pretendemos estar por encima de los demás por cuestiones de vanidades superficiales; es entonces cuando comenzamos a guerrear sin detenernos en los graves agujeros que las confrontaciones bélicas abren sin remedio. Ahora mismo, por ejemplo, Francia arrasa a Siria y el terror aumenta porque quienes sufren los bombardeos incesantes sólo pueden equilibrar la balanza a través del terrorismo, por desgracia haciendo víctimas a los inocentes al igual que cuantos desde el aire arrojan material incendiario sin importarles las vidas de los niños y las mujeres.

Sobre el particular los fanatismos, de un bando y otro, llegan al extremo de presentar, por un lado, fotografías de niños islámicos –acaso apenas iniciados en su religión-, portando armas o apuntando a sus enemigos con armas de fuego de alto calibre; pero, por el otro, no percibimos que a nuestros hijos, en este mundo occidental rebosante de hipocresías, nos encargamos de armarlos dotándolos de una mentalidad violenta a través de los juegos cibernéticos de guerra los cuales posibilitan arrasar con cientos de “enemigos” en una sola jornada de malsana “distracción”; yo les llamo “genocidas virtuales” y perdónenme si hiero susceptibilidades.

Los niños son, quizá, los puntos neurálgicos de la controversia sobre el futuro. Si ya desde ahora observan a la guerra como un imperativo de dominio y conquista, de dominación plena, ¿qué les deparará el futuro si logran alcanzarlo antes de un posible cataclismo universal? Porque, para desgracia nuestra, no habrá mañana si seguimos imbuidos en la devastación y no somos capaces de superarla precisamente con el elemental raciocinio. Igual en el pasado remoto y hoy, los seres humanos disputamos cada palmo a punta de golpes de piedras o metrallas. Como si la humanidad se hubiese estancado en la roca fundacional.

Desde esta perspectiva puede entenderse el terrorismo –jamás justificado pero sí explicable-, como una extensión de la guerra de guerrillas, la de verdad y no las simulaciones como la “pacifista” englobada y atorada por el neozapatismo y como respuesta a la diferencia extrema entre los ejércitos y quienes fueron llamados “gavilleros” al construir el camino hacia la Revolución. Un choque de frente había devastado a los esparcidos grupos beligerantes; en cambio, bien supieron Zapata y, sobre todo, Villa, cómo golpear a los “federales”, cobijados por la sorpresa y posterior fuga hacia las cavernas de la sierra, sin poder ser hallados ni detenidos. Ni siquiera la vergonzosa expedición Pershing, ideada para capturar al Centauro del Norte invadiendo territorio mexicano con la anuencia de un gobierno vulnerable, pudo detener al caudillo-bandido que logró, al paso del tiempo, sin cabeza entre sus restos, la inscripción de su nombre, con letras doradas, en el recinto del Congreso de la Unión.

El terrorismo es, por desgracia, fuente de la desigualdad aunque, en su caso, sean los inocentes y no los ejércitos invasores quienes resultan agraviados y muertos, lo mismo en las Torres Gemelas que en Madrid, en 2004 –con saldo de doscientos muertos-, Londres en 2005 –y 56 víctimas-, y París cuya conmoción ha dado lugar a manifestaciones de apoyo pocas veces vistas –ni siquiera ante el derribo de las torres del World Trade Center en 2001-, acaso porque al mundo le fascina la Ciudad Luz y la reverencia por su urbanidad impecable aunque se olviden las políticas imperialistas que le han dado cauce; de hecho pocos las recuerdan salvo si observan en las columnas del Arco del Triunfo los nombres de las batallas ganadas por la fuerza bruta de un ejército implacable e invasor, entre ellas una de las de Puebla allí anotadas.

Pese a lo anterior, insisto, nada justifica en el tercer milenio adoptar las conductas réprobas de los cavernarios y de cuantos han pretendido conquistar el mundo por fatuas creencias de superioridad étnica como en el ominoso caso del nazismo que ahora resucita por la xenofobia exaltada de las naciones primermundistas “agredidas” por el terrorismo y cuyas respuestas bélicas suelen ser devastadoras; y me parece dramático, sí, que se aplaste a una nación entera, en este caso Siria, por los brotes de los fundamentalistas localizados con prolongados operativos de inteligencia que no siempre llegan a los hechos.

A Osama bin Laden se le capturó y asesinó –de acuerdo a la versión oficial, arrojándose el cuerpo al mar para evitar malsanas peregrinaciones-, una década más tarde del tormento neoyoquino de 2001 y con el horror universal aún a flor de piel. ¿No es acaso una paradoja del destino que el actual presidente estadounidense lleve por nombre Barack Hussein Obama? Con el apellido del ex dictador de Iraq y otro con una sola letra de diferencia… como si se siguieran las profecías de Nostradamus en donde Hitler es llamado Hister. ¿Una nueva señal del Apocalipsis inevitable?

Hoy, cuando recorremos la segunda década del tercer milenio y los precedentes históricos devastadores debieran ser freno a las ambiciones sin cuento y la deplorable sed de petróleo, oro y plata –recursos naturales que también tiene México si bien aquí los entregamos sin siquiera razonar sobre nuestros derechos-, que ha marcado las intervenciones de las potencias en Medio Oriente bajo el pretexto de defender a Israel, la gran aliada occidental, cuya creación en 1948 ha sido el argumento central para mantener en estado de guerra a la región. Y tal no tiene sentido antisemita alguno sino entraña la preocupación sobre la imposibilidad de alcanzar la paz salvo mediante misiles y bombas contra quienes no tienen capacidad para desarrollar una industria bélica equiparable –gracias a Dios-, y asumen su derecho a devastar a sus adversarios por la vía del cruento terrorismo, siempre injustificable, insisto, pero sí explicable por las tremendas diferencias en el poder de fuego entre los gobiernos acosadores y cuantos son sólo víctimas de la avaricia internacional.

Sí, se observa a no pocos niños con las armas en las manos. Unos alegan que es porque les obligan a portarlas los insensibles reclutadores de rehenes de África y Asia; otros porque, claro, no han conocido otra cosa desde sus nacimientos más que la brutalidad de la guerra destinada a disponer de vidas y propiedades de quienes forman los bandos contrarios. ¿Son justas? Siempre creí que quienes invaden y someten jamás tendrán la razón; pero el terrorismo ha cambiado las formas y modalidades justificando, a los ojos de buena parte del mundo, intervenciones y matazones desproporcionadas… con cientos, acaso miles de niños cercenados y vejados por las balas. Ya no habrá más futuro para cuantos queden que el odio… y así andaremos por el resto de nuestras existencias. Me siento muy mal por ello. ¿Y ustedes, amables lectores?

La disparidad nos lleva a considerar que estamos en “un callejón sin salida” como reza la obra de Chéjov, “Pabellón de Enfermos Mentales. Los Hijos del Sistema” que igualmente refleja, no sólo la atrocidad del dominio de los más fuertes y corruptos, sino acaso la podredumbre política. Cuando, hace una semana, me invitaron a presenciar la obra, espléndidamente dirigida por Isaac Ortega, creí que sería el Senado o la Cámara baja el sitio de reunión. Y por poco no me equivoco.

Debate

Si México no va a los Juegos Olímpicos de Brasil, el próximo año, ello será un agravio más del gobierno peñista contra sus gobernados. El Comité Olímpico Internacional sanciona con la descalificación las evidencias acerca de que los gobiernos influyan, de manera determinante, en la selección de los atletas o el comercio soterrado de los mismos con firmas privadas bajo el supuesto de buscar la “excelencia”. Y en el caso nuestro, la llamada CONADE –Comisión Nacional del Deporte-, ha infringido cuanto es razonable so pretexto de dotar a los jugadores de equipos de prebendas excepcionales.

Descubierta la tendencia, claro, México está puesto en el ojo del huracán porque si es expulsado, como país, de las competiciones, sus representantes desfilarán con la bandera olímpica y no con el pendón tricolor lo que sería infamante para el símbolo patrio además de que, si llegase a ganar alguno, no sería posible escuchar nuestro Himno lo que también sería una marca ofensiva para la gran conciencia nacional. Sin valores, ni nacionalismos, vamos de picada.

Algunos dirán, para justificar lo impensable, que el deporte está libre de patrioterismos y cuestiones políticas; pero tal no es sino un lugar común porque es bien sabido el grado de competencia existente y el orgullo patrio que concede el obtener alguna presea, de cualquier metal, tras agotadoras pruebas en cada una de las especializadas consideradas para el evento, incluso las de exhibición que ganan adeptos cada cuatro años. No estamos lejos de que hasta el bailoteo de las canicas sea considerado una prueba olímpica.

Como van las cosas, el señor peña sigue en su incesante labor de desmantelar los valores de la colectividad en aras de acelerar la expansión de la cultura anglosajona y la rendición unilateral de nuestro gobierno, arrinconado y vulnerable. Estoy cierto de que, de consumarse la afrenta, los mejores sencillamente se negarían a no ser honrados con los mayores galardones de su nacionalidad: su Himno y su bandera.

La Anécdota

Debemos agregar a otra señora como parte del grupo muy cercano al presidente. Ya hemos hablado de Alejandra Lagunes Soto Ruiz, quien ha sido la favorita desde el arranque de la gestión general y es esposa de Rafael Pachiano Alamán, uno de los pilares del deleznable partido verde, con enorme capacidad y extremadas cualidades físicas para araer la atención del presidente más infiel de cuantos tengamos memoria, según él mismo confiesa.

Y en esta línea aparece, Mariana Benítez Tiburcio, diputada federal –por la vía plurinomial, claro-, quien ha cobrado excepcional relevancia al lado del mandatario que no puede dominar su mirada. Oaxaqueña, la legisladora es vista como “carta fuerte” para su entidad o para algo más… cercano al presidente. Por lo pronto, curiosidades al fin, es Mayordoma –lo que cuesta-, del festival Vela Angélica Pipi, de Juchitán. El nombre del mismo, con el Angélica incrustado, es como una especie de vigía socarrón sobre los hombros del frívolo mandatario.

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