Rafael Loret de Mola: Siembra de Anarquía

RAFAEL LORET DE MOLA

  • Siembra de Anarquía
  • Sedena la Intocable
  • De “Primeras Damas”

Por Rafael Loret de Mola

Siembra-de-AnarquíaEl argumento central para ser millonario, en la versión de la muy afamada actriz Angélica Rivera Hurtado, sobrina de un ex presidente y esposa del actual mandatario gracias al enlace entre una divorciada y un viudo que no mantiene a uno de sus hijos fuera de matrimonio, es que ella “ha trabajado toda su vida”; además la calidad de sus actuaciones –la mejor fue la del martes 18 de noviembre, efeméride del sacrificio de los hermanos Serdán en Puebla-, le permitió ir aumentando sus condiciones y tasas profesionales hasta convertirse en la estrella más brillante del firmamento farandulero.

Tengo curiosidad por preguntarle a otras brillantes y hermosas artistas de la pantalla chica –digamos Adela Noriega, quien tuvo un hijo con carlos salinas, Bárbara Mori, o más atrás, Verónica Castro, quien fue cuñada de Angélica, o Lucía Méndez quien perdió la competencia con marta sahagún en la caza de la zorra, perdón del señor fox-, quienes cubrieron muchas horas de videos con efectos multinacionales, si tuvieron tratos parecidos con una empresa bastante ahorrativa al grado de que, como me contó un corresponsal de guerra en Madrid hace años, ni chalecos antibalas brinda a sus informadores en las zonas de alto riesgo. Nunca entenderé este tipo de miserias ni la escala de valores de los millonarios.

Unas horas antes del espectáculo presidencial, con La Gaviota como gran protagonista, fueron asesinados dos sacerdotes en la sierra de Guerrero, allí en donde no entra el ejército por “prudencia” considerando que intervenir en ello sería violar la soberanía estatal y la autonomía municipal, valores bastante caducos en la praxis lo que demuestra el hecho de que el gobierno federal envía a sus genízaros a cualquier región sin medir acuerdo alguno con las autoridades estatales, como si actuar o no en momentos de alto riesgo fuera una decisión discrecional de los comandantes de las zonas 27 y 35 de la caliente entidad.

Los sacerdotes John Senyondo y el de San Miguel Totolapan, Ascensión Acuña Osorio, fueron asesinados por una de las células más radicales de “Guerreros Unidos”, el nuevo cártel que mantiene bajo sus órdenes no sólo a las policías estatales y municipales sino igualmente a los comandantes de zona a quienes mantiene muy quietecitos con el reparto de una buena parte del botín. No es necesario ser muy conocedor de la geopolítica nacional para llegar a conclusiones como ésta. Esto es: más allá de la “desaparición” de cuarenta y tres jóvenes normalistas –algunos oficialistas justifican cuanto pudo pasarles por el hecho de ser rebeldes, secuestrar camiones y dar pie a “actos vandálicos”, consecuencia precisamente de la burda negligencia oficial, sin el menor sentido del equilibrio-, los sicarios acusados continúan actuando a sus anchas en las narices mismas del comandante Juan Manuel Rico Gámez y de los mil doscientos efectivos castrenses enviados a esa región desde finales de 2012, esto es al arribo de peña nieto a la Presidencia.

No es explicable, entonces, que los militares permanecieran con los brazos cruzados ante los tiroteos en Iguala, los informes sobre muertos y acerca de la represión agobiante contra los manifestantes de Ayotzinapa; mucho menos si se prendió una hoguera de gran altura para incinerar los cuerpos –posiblemente quemados vivos-, pese al mal tiempo imperante durante las catorce horas que duró el fuego, de acuerdo a la versión del puñado de detenidos, lo cual eleva las sospechas sobre la verosimilitud de las versiones dadas como oficiales por el cansado procurador, Jesús Murillo Karam. ¡Qué seguros estamos los mexicanos en tales manos!

Es más sencillo creerle a la señora Rivera, siempre tan cuidada por su maquillista hasta en China, orgullo general por su buena presencia y el señalamiento de que su hermosura compite con cualquiera de las mujeres de los jefes de Estado del mundo. En España nos hacen el honor de compararla, por ejemplo, con el “buen gusto” de la “Reina” Letizia, la asturiana que fue republicana para luego acogerse a los deleites de la Corona –no me refiero a la cerveza-, e insisten en que la mexicana suele seguir el estilo de la española, sin admitir la más lejana posibilidad de que sea al revés; sería tanto como pretender que aceptaran la realidad de una conquista por parte de quienes habitamos las tierras de la antigua Mesoamérica al contrario de cuanto cuentan las exaltadas historias sobre Cortés y sus esbirros. (Remito a los amables lectores a “El Alma También Enferma”, ya en librerías de prestigio).

En fin, surge otra guerra en medio de las tantas otras que padecemos por obra y gracia de las mafias, las de dentro y las de fuera del gobierno. Se trata de un pulso entre el señor peña y sus consejeros de cabecera –digamos Aurelio Nuño Mayer y al vocero Eduardo Sánchez, quien se hizo célebre por el escándalo de las residencias “de la señora”-, contra una opinión pública contrariada, crispada, rencorosa con razón y profundamente escéptica. Y la pelota rueda sobre la cancha de la inestabilidad. Para los primeros, hay una suerte de conjura contra el programa de nación de peña y para desprestigiar al mandatario enfermo –su expediente médico, vuelvo a insistir, permanece bajo los siete candados de la opacidad en la era de la falsa transparencia-; y buena parte de los mexicanos señala hacia los radicales y anarquistas que se infiltran en las manifestaciones como una recreación de aquellos famosos “halcones” de Alfonso Martínez Domínguez causantes de una de los genocidios de la época, el del Jueves de Corpus de 1971.

¿Cuál de las dos argumentaciones tiene mayor peso?¿La que insiste en considerar una “trampa para el presidente” los acontecimientos de Tlatlaya e Iguala y sus secuelas o aquella que subraya la negligencia oficial y las complicidades casi fraternales entre algunos gobernadores y el mandatario federal como causa sobresaliente de la tragedia? Los mismos hechos hablan por sí solos y es indudable que el peso mayor recae en la oscuridad bajo la cual actúan los miembros de la clase política. ¿Quién, entre los esbirros mayores, se atreve a negar que se negoció la salida de ángel aguirre rivero del gobierno guerrerense a cambio de un trato de “caballeros” para dotarle de impunidad? En materia de Derecho es tan culpable quien solicita una salida y aquel que la otorga. En este caso, el lodo ya salpicó al huésped perentorio de Los Pinos. ¡Qué vergüenza!

Lo inexplicable es la tendencia a ahondar en la herida colectiva bajo advertencias de las facultades superiores para hacer uso del poder de fuego gubernamental –una advertencia directa a quienes osen salir a las calles solicitando el retiro definitivo del señor peña-, y luego subrayando que el gobierno es víctima de una andanada severa de críticas, armadas ex professo –sólo faltó colocar el índice hacia arriba para insistir en las fuerzas ocultas del exterior-, para alterar el “buen rumbo” de una administración a punto de colapsarse. Porque, digámoslo con claridad, ninguna de las reformas peñistas ha tenido cauce ni ha rendido resultados pese a los múltiples premios otorgados a Luis Videgaray Caso por parte de quienes aspiran a comprar a México muy, pero muy barato.

Tal es la encrucijada que lleva al abismo; no la crítica que es siempre contrapeso a los abusos y mentiras emanadas del poder, como parte del debate democrático indispensable para asegurar los equilibrios sociales. Al perderse esta tendencia la paz se pone en riesgo y no en sentido contrario como alegan algunos despistados que desconocen la historia y sus efectos. ¡Y todavía existen los que disfrutan de beneficios sin paralelo y aseguran la necesidad de conservar la convivencia pacífica!¿De qué hablan, por favor? Sólo si se vine en Interlomas o en el Paseo de la Palma –por donde se alzan las residencias en venta de la señora Rivera-, puede desconocerse que, desde hace ya varios lustros se perdió la tranquilidad bajo el dominio de las bandas criminales asociadas con funcionarios venales. Los demás, sí sabemos.

Debate

Como en el ejército no se dejan amedrentar por nuestras críticas, valientes como son los mandos castrenses, no hay espacio para recular y reconocer errores aunque sea de dimensiones criminales. Tlatlaya es para la soldadesca y sus oficiales lo que Ayotzinapa significa para la Presidencia cada vez más encrespada. Y de sendos asuntos, más allá de las acusaciones sin destinatarios concretos –los desestabilizadores fantasmas-, debe responsabilizarse al señor peña nieto quien tiene la obligación de atender el reclamo popular. La autoridad no es suya sino emana del pueblo como señaló, en su tiempo, el libertador de Uruguay, José Artigas. En nuestra Carta Magna se agrega, además, qe es allí, en el colectivo, donde radica originaria y esencialmente la soberanía.

Por ello el mandatario referido debe tener especial cuidado cuando expresa sus criterios, llevados al papel por sus asesores, si es que desconoce la esencia sobre la cual se desarrolla la República. Aquí detestamos cualquier raíz monárquica y no reconocemos, o no debiéramos, a aristocracia alguna; la realidad es otra: la nueva generación de multimillonarios herederos sólo consideran adecuado cuanto les haga inmensamente ricos, mucho más, sobre la “prole” explotada y miserable.

Esta es la razón por la cual parecen de otro mundo las relatorías sobre los honorarios pagados a la “primera dama”, según su decir, que llegaron a ciento treinta millones –incluida la casa cedida por Televisa según contrato como oficialmente se informó-, mientras los demás, quienes hemos trabajado igualmente toda la vida –y muchos más años que la bella Gaviota-, debemos conformarnos con ingresos por debajo del esfuerzo realizado sin ahorro posible para nuestros hijos. Mientras tanto, debemos pagar no sólo impuestos sino igualmente los encajes para poder laborar. Este columnista debió sufragar, hasta quedarse casi sin recursos, la obra “El Alma También Enferma” ante la asfixia de las editoriales con capitales español y estadounidense preferidos de la casta gobernante.

La Anécdota

Cuando pasó el sofocón de la señora María Esther Zuno de echeverría, pensamos que el temporal había amainado; pero llegó marta sahagún a Los Pinos, primero como vocera para quedarse con el presidente en condición de sacrificado marido, hasta que, al fin, se marchó frustrados sus sueños de alcanzar la Presidencia y cambiar de lado en el lecho conyugal. No creímos que las cosas podrían empeorar.

Ahora tenemos a una actriz que dice haber labrado, millón sobre millón, su independencia. Por ello, claro, sea o no protocolario y digno, puede posar para las revistas de moda y acaso permitirse su reaparición en una telenovela que podría titularse: “Amor Presidencial” siguiendo la causa de “Amor Real” para ganarle la competencia a Adela Noriega… “de salinas”.

Mientras tanto, Margarita, la de calderón no el cóctel, está lista para ser candidata. ¡Por dónde se vino a salir el gato!

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