Rafael Loret de Mola – “Terrorismo” en México

RAFAEL LORET DE MOLA

  • “Terrorismo” en México
  • Militares y Micrófonos
  • Los Griegos en Combate

Por Rafael Loret de Mola

Rafael-Loret-de-Mola-“Terrorismo”-en-MéxicoLuego de los atentados terroristas en Nueva York, en septiembre de 2001, mismos que en la política interna estadounidense permitieron al desdibujado George Bush junior asumir el liderazgo sin cuestionamientos –lo que no significa ninguna otra cosa o señalar a la CIA como parte de la conjura siniestra por no haber atajado oportunamente a los talibanes responsables de la masacre-, en México también se tomaron medidas precautorias considerando que pudiera utilizarse nuestro territorio como un acceso fácil hacia la gran potencia del norte a la que los fundamentalistas del Islam habían declarado una guerra de verdad, no como algunas simulaciones chiapanecas, que las armas y radares sofisticados no podrían aplacar per se.

Los talibanes saben esperar, sin duda. Mientras se recrudecieron los operativos para detectar a las células terroristas en territorio americano, tuvieron tiempo de atacar en Madrid y Londres con resultados catastróficos por tanto que las acciones contra los civiles fueron inesperadas y de un elevado grado de ruindad. Los españoles y británicos tardaron en asimilar el golpe porque, sencillamente, no imaginaron siquiera, ni se prepararon, sendos ataques de tales magnitudes contra los trenes semiurbanos en Madrid y la red de transporte de Londres, el Metro y los autobuses, con saldos de decenas de muertos, en España ciento noventa y uno en marzo de 2004, y en la capital inglesa, cincuenta y seis en julio de 2005. Cuesta enorme dolor ser aliados de los Estados Unidos en sus incursiones bélicas.

Recuérdese que, en 2003, la Unión Americana decidió invadir Irak para ir por la cabeza de Saddam Hussein alegando que tenía armas químicas que podría usar en cualquier momento. Jamás se encontraron rastros de los supuestos silos, incluso nucleares se dijo, porque no existían y sólo fueron un vano pretexto para perpetrar una ocupación con el pretexto de “ayudar” a los iraquíes a terminar con un régimen de terror introduciendo el oprobio occidental, atacando a familias de civiles, humillándolas y, en casi todos los casos, saqueándolas. La superioridad aria de la que hablaba sin sustento alguno Hitler, se convirtió en la locura anglosajona –animada por los ibéricos igualmente bajo la presidencia del chaplinesco José María Aznar-, que deviene de considerarse los policías del mundo sin entender tradiciones ajenas a las que, sencilla y llanamente, quieren extirpar del todo sin lograrlo. Los pueblos suelen arraigarse a sus costumbres, aún más, cuando del exterior pretenden imponerles otra cultura arrasando durante las invasiones todo rastro de sus creencias.

De allí que sostengamos que las guerrillas del siglo XX, en México y Sudamérica, durante y después de las gestas revolucionarias de México, primero, y Cuba después, son el evidente precedente de los terroristas de nuestro tiempo quienes alegan que es así, matando inocentes y dando golpes sorpresivos en donde menos se esperan, cómo compensan la enorme diferencia armamentista respecto a la gran potencia militar de todos los tiempos. Si se combatiera a los Estados Unidos de la manera tradicional –supongamos sin bombas nucleares de por medio-, sería muy difícil vencer, mucho menos en su territorio hollado sólo dos veces: con la relampagueante aventura del gran villano luminoso, Pancho Villa, en Columbus, Nuevo México, en 1916, donde reclamó a un contrabandista de armas lo que ya había pagado, y los funestos avionazos contra la torres gemelas de Nueva York en septiembre de 2001.

Por cierto pocos saben el nombre de aquel contrabandistas de armas: Alberto Ayub, patriarca de la familia del mismo apellido que alcanzó relevancia con el apoyo del veracruzano Miguel Alemán Valdés, cuando el delincuente fundacional llegó a Veracruz años después del asesinato del Centauro del Norte; desde este punto comenzó el auge de los Ayub que ahora han emparentado, nada menos, con Carlos Slim Helú, como es el caso de Arturo Elías Ayub, hermano de Alejandro quien fuera director de la Comisión Federal de Electricidad.

Así que detrás de la hazaña de Villa, tan cantada por los historiadores nacionalistas –e incluso por los propios estadounidenses que convirtieron a la villa de Columbus en un centro de peregrinación villista-, se encuentra una de las familias más aristocráticas, y por ende intocables, del México actual refugiada, desde su origen en nuestro país, por otra célula gregaria: la de los veracruzanos Alemán quienes elevaron las concesiones por sus servicios gubernamentales a la estratósfera hasta constituirse en uno de los mayores consorcios mexicanos aunque se hayan desprendido de sus acciones de Televisa para adquirir la aerolínea Interjet. Las armas jamás pagadas al gran Pancho se convirtieron en alas para soñar en grande; y más después de la inducida quiebra de Mexicana con la intervención directa de los cuñados del señor calderón.

Cuando se cuentan estas historias puede observarse la proclividad de los ricos mexicanos a cobijar a los criminales ancestrales y, a partir de ellos, crear fusiones con magníficos resultados. Las grandes fortunas pueden tener un origen honesto… pero su desarrollo jamás lo es porque implica la complicidad de los gobiernos, sea el de Estados Unidos o el de México, con grandes derramas a favor de funcionarios de elevado rango. Por ello, claro, no disminuye ni siquiera en un gramo la exportación de drogas al mayor mercado de consumo del mundo, al norte de nuestra frontera.

El 15 de septiembre de 2008, un año inolvidable porque fue el de la explosión militar calderonista, estallaron unas bombas frente al Palacio de Gobierno de Morelia durante la ceremonia del “Grito” encabezada entonces por el gobernador perredista Leonel Godoy Rangel; luego se supo que el medio hermano de éste, Julio César Godoy Toscano, era uno de los enlaces del conocido criminal Servando Gómez Martínez, La Tuta, recluido ya, no así el fraterno del político a quien nadie ha indagado.

No pocos creyeron que con este hecho comenzaban las reacciones para desquiciar al gobierno. No fue así como tampoco sucedió gran cosa, años atrás, también en septiembre pero de 1995, cundo ernesto zedillo, sin disimular su miedo, hizo sonar la Campana de Dolores pese a las amenazas del Ejército Popular Revolucionario que había comenzado a amedrentar a la población con bombazos en los centros comerciales y derribos de los postes de electricidad.

Y así hasta hoy. Sólo hechos aislados a pesar de que se tienen evidencias sobre el paso de algunos miembros de Al Qaeda por suelo mexicano con el propósito de llegar a los Estados Unidos camuflados por los emigrantes mexicanos y los consabidos “polleros”.

Pero resulta que un consejero del repudiado Instituto Nacional Electoral (INE), encabezado por el racista Lorenzo Córdova Vianello -¿para cuándo su retiro, señores legisladores?-, asegura que los ataques a los módulos de la institución, previo a la jornada del domingo 7 de junio, tuvieron el cariz de una ordenada estrategia propia de “los talibanes”. Así lo expresó en consejero Ciro Murayama Rendón, al exhibir algunas pruebas sobre sus asertos aunque no cayeron muy bien entre los miembros de la partidocracia por su contenido xenófobo. Más leña a la encendida hoguera de Córdova.

Sin embargo, no puede soslayarse el hecho de que los terroristas o células de ellos importantes, ya están en nuestro país al igual que Lee Harvey Oswald lo hizo, viviendo en nuestra capital, apenas unos meses antes de disparar, junto con otros sicarios, contra el presidente John F. Kennedy, camino a su primer acto proselitista en pro de su reelección. Ya había herido muchos intereses de distintas mafias degradantes. Luego, los asesinos, salvo Oswald, se pusieron a buen recaudo en Brownsville, Texas, exactamente en el inmenso rancho de Juan Nepomuceno Guerra, verdadero fundador del cártel del Golfo y aún venerado en la frontera. Las células explican, sin duda, el desarrollo del gran cáncer nacional.

Sin duda, el terrorismo no ha dejado de pensar en México por lo cual estamos caminando sobre una cuerda tan floja como las de los artistas de Cirque Soleil integrado sólo por bípedos racionales en ausencia de los animales que servían para el primer contacto de millones de niños con la naturaleza viva. Los malvados tienen sus propios tiempos y el poder los tolera, los reacomoda, los consiente con tal de que las instituciones no sean atacadas, salvo la electoral, como muestra fehaciente de la guerra más hipócrita y simulada de la historia universal. El señor calderón la inició y peña se montó en la misma yegua.

Debate

Los militares ya no quieren sólo armas; también micrófonos. Dicen sus mandos que nada deben ocultar pero lo han hecho. No han respondido a más de la mitad de las recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y, mucho menos, sobre cuanto se relaciona con el genocidio de Iguala y Cocula la fatídica noche del viernes 26 de septiembre de 2014. Ya pasaron nueve meses y un año desde la brutal matanza de Tlatlaya en donde hay pruebas contundentes de los excesos castrenses contra civiles desarmadoa… lo mismo que, más recientemente, en Apatzingán y Tanhuato, Michoacán.

Han tenido, por tanto, todo el tiempo del mundo para preparar coartadas y versiones sobre las increíbles hipótesis iniciales divulgadas, en primera instancia, por el ya desplazado procurador Jesús Murillo Karam, actual titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano –por las siglas debiera ser la dependencia más poderosa del gobierno mexicano: cubre todo-. Si llegan a permitir el paso a los cuarteles podrán encontrarse sólo de enseres de limpieza, si es que los acomodan en alguna bodega a la vista del público –poco creíble-, y no rastros de presuntas presencias o incluso homicidios perpetrados en los lindes de los hornos crematorios situados en los campos militares supuestamente para “incinerar” a los caballos. Las falacias llegan a niveles escandalosos.

La única acción correcta, al desmenuzarse las responsabilidades del ejército en los actos ominosos reseñados, y en muchos más, es la aprehensión del general Salvador Cienfuegos Zepeda, amén de sus allegados, para que explique pormenores y demuestre su inocencia. Cualquier cosa sería resultado de la mayor de las incongruencias.

La Anécdota

Siento simpatía por los griegos, quienes saben disfrutar con cualquier cosa pero sin soportar explotaciones abusivas. Luego de la Segunda Guerra Mundial, esta raza singular fue la que más acudió en auxilio de la devastada Alemania, dividida por un Muro en Berlín, y ocupada por estadounidenses, rusos, franceses e ingleses. Ya desde entonces, en el célebre “Charlie Point”, que marcaba los territorios de USA y la URSS –la segunda ya no existe y la primera pretende expandirse a la menor provocación-, se preveía el infierno que duraría hasta 1989 cuando al fin cayó la muralla tras cuatro décadas de separación de las familias germanas. Por cierto, Alemania paga a Israel considerables cantidades como indemnización por el holocausto; hay quienes aseguran que ésta es la razón por la que aumentan los números de las víctimas cada año.

Pues bien, ahora Grecia está casi en quiebra y la jefa del Cuarto Reich, la alemana Ángela Merkel Kasner, recrudece la asfixia exigiendo lo que el nuevo gobierno helénico no puede cubrir. Los alemanes seleccionan a quienes retribuyen sin chistar y a cuantos abandona a su suerte. La misma brutal xenofobia… sólo modernizada.

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