Rumbo a 2018

Por Ismael Estrada Mercado

El 8 de septiembre inicia el proceso electoral que nos habrá de llevar a elegir Presidente de la República, Senadores de la República, Diputados Federales, Diputados Locales, así como Ayuntamientos el próximo domingo 1 de julio de 2018.

Sin duda, se trata de uno de los procesos más complejos en la historia reciente del país, pues hay un descrédito creciente de los partidos políticos, los políticos y la actividad política en general en todo el territorio nacional. Pareciera que ya nada puede ser dicho para que la ciudadanía recobre la confianza en la actividad pública y, sobre todo, en aquellos que deciden involucrarse en la vida política municipal, estatal o nacional.

Lo anterior obliga a partidos y actores políticos a convocar a una cruzada por la dignificación de la política. Resulta necesario que en los siguientes meses se convoque a la ciudadanía a participar en el proceso electoral, a que se involucre en los problemas cotidianos para dar soluciones conjuntas a problemas comunes, y redimensionar así la importancia de la política en la vida del ciudadano. Es preciso que los partidos la revaloricen, la doten nuevamente de principios como la honestidad, la identidad y el compromiso, que sirvan de bálsamo para situarla en el lugar que le corresponde en la vida nacional: la de la actividad de mayor utilidad para transformar realidades. Es necesaria también una actuación más ética y transparente de todos aquellos quienes, desde nuestras respectivas trincheras, hacemos de la política nuestra forma de vida, nuestra cotidianeidad.

Lo contrario, degradar la política, es una falsa salida que sólo beneficia a aquellos que pretenden continuar desprestigiando a las instituciones que, con años de esfuerzo y múltiples consensos, nos hemos dado todos como un instrumento para dar solución a los problemas nacionales; denigrar la cosa pública es de utilidad a quienes la entienden como lucha de enemigos, no como justa entre adversarios; a los que con salidas fáciles, diagnósticos simplistas y visiones maniqueas, proponen soluciones irresponsables con modelos previamente utilizados que demostraron ya su ineficacia; es darle soluciones mesiánicas a problemas que requieren salidas democráticas.

No debemos caer en la trampa de ver en la actividad pública el problema del país, sino entenderla como la solución a los retos que enfrentamos como nación, pues sólo a través de consensos, unidad y acuerdos podremos dar cauce a los grandes problemas nacionales. Hoy más que nunca, debemos recordar que en política el objetivo no es únicamente vencer, sino mucho más importante y fundamental, se trata de convencer. Al tiempo…

 

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