Venezuela amaneció Chavista y Guatemala vasalla

Ilka Oliva Corado

Por Ilka Oliva Corado

En el 2015, Guatemala estuvo en el ojo público, se inventaron ir a manifestar los sábados de ir a broncearse, porque para manifestar entre semana no les daban las agallas, allá estaban pues con batucadas, bacinicas, pancartas y chinchines, decían que luchaban contra la corrupción del gobierno; unos más abusivos se auto proclamaron los nietos de Árbenz y andaban carteles con las fotos del pobre hombre. Esa misma gente sigue negando el Genocidio.
 
Unos más insolentes todavía se atrevieron a decir que eran pueblo, y se daban tres golpes de pecho, después como que se desmayaban de fiebre de sábado de ceviches y bronceado y caían desparramados justo en el momento de la foto, el objetivo era salir en primera plana en los medios internacionales, fingiendo conciencia política. Se les hinchaba la boca gritando que eran la generación del cambio, que no sé qué y que no sé cuánto, que aquí y que allá. Que se habían metido con la generación equivocada; con esto faltándole el respeto a generaciones pasadas que fueron torturadas, asesinadas y desaparecidas por el ejército de Guatemala.
 
Durante meses vimos pasar ese desfile en el que se contaban hipócritas, traidores, clasistas, racistas, cachurecos, homofóbicos, y por supuesto: oportunistas. ¿Había gente honesta y con conciencia social? Sin duda que sí, por ejemplo ahí estaban los Pueblos Originarios que eran los únicos que con amor e identidad exigían una Asamblea Nacional Constituyente. En esas manifestaciones era de estar juntos pero no revueltos; eso de somos pueblo, era letanía nada más para las fotos del recuerdo y para lograr algún contacto en el futuro.
 
De esas manifestaciones salieron documentales, portadas de revistas, poemas, exposiciones fotográficas, y una cantidad de conferencias que se inventaron del puro aire, unos que se decían expertos en política nacional e internacional. De aquel bacanal los resultados fueron catastróficos, como era de imaginar, por falta de agallas, Memoria Histórica, identidad, respeto y dignidad, la sociedad no apoyó el llamado a la Asamblea Nacional Constituyente, de los Pueblos Originarios a quienes siguen llamando “indios patas rajadas, haraganes y acarreados”. Esa misma sociedad que llama criminales a los estudiantes de institutos públicos que salen a manifestar entre semana exigiendo sus derechos, se embrocó votando por Jimmy Morales, nada más y nada menos que por la continuidad del neoliberalismo en el país.
 
Aquellos que decían ser nietos Árbenz le pegaron una puñalada por la espalda, votando por quien los representa al centavo: misóginos, patriarcales, machistas, cachurecos, clasistas, racistas, homofóbicos, desmemoriados, sin identidad y oportunistas. De ahí que sigan las empresas transnacionales en el país, provocando ecocidios, de ahí las limpiezas sociales en los arrabales, de ahí que se viole y queme vivas a más de 40 niñas en un refugio del Estado. De ahí que los feminicidios sean un epidemia. De ahí que la hambruna esté matando a la infancia marginada. De ahí que se tripliquen las migraciones forzadas.
 
Guatemala tuvo una oportunidad para intentarlo, pero esa sociedad de mente colonizada y tibia no tuvo las agallas para seguir la petición de los Pueblos Originarios, cosa que el pueblo venezolano sí. Hablar de refundación es cosa de tibios, Guatemala necesita un cambio radical de raíz, y la ANC puede ser el comienzo.
 
Ojalá aprendamos del pueblo venezolano. Ojalá algún día salgamos de la cloaca donde chapoteamos y pegamos patadas de ahogados, con infinidad de pretextos para no actuar políticamente, ojalá algún día nos den las agallas y en verdad honremos la Memoria Histórica y nuestra identidad. La infancia guatemalteca merece vivir en un país que le brinde las oportunidades de desarrollo para una vida integral, y no tenga que salir huyendo en las migraciones forzadas a arriesgar la vida.
 
El pueblo venezolano le ha dado un ejemplo de identidad, agallas y conciencia a la Latinoamérica neoliberal y al mundo. Cuando el pueblo se une, no hay mediatización que pueda con él. Cuando un pueblo aprende a vivir de pie, no hay poder que logre doblegarlo.

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