Qué es la Parálisis del sueño

Este peculiar episodio cerebral conocido como “cuando se te sube el muerto”, lleva presentándose siglos y para muchos se trata del principio de un incidente  sobrenatural, pues gran parte de la población alrededor del mundo asegura haberlo sufrido al llegar la noche.

La parálisis del sueño aislada es un trastorno del sueño muy común que se produce durante la transición entre el sueño y la vigilia, que generalmente ocurre en los momentos previos a conciliar el sueño o al despertar.

Quien la sufre, despierta abruptamente  teniendo plena consciencia de sus pensamientos pero manteniéndose paralizado físicamente, es decir, la persona se siente atrapada en su propio cuerpo.

Aunque puede abrir los ojos, no es capaz de emitir ningún sonido ni mover músculo alguno, lo cual le genera una enorme sensación de angustia y temor por estar sufriendo un episodio de una enfermedad grave.

Además, al encontrarse en un estado de limbo entre el sueño y la vigilia, la persona suele padecer alucinaciones auditivas y visuales que generalmente coinciden en una intensa sensación de presencia y de movimiento en torno a su cuerpo indolente.

Este trastorno se debe a una intrusión anormal de un estado de REM (movimiento ocular rápido) durante un estado de vigilia: literalmente estás despierto, pero parte de tu cerebro sigue sumido en el sueño. Durante la fase REM, el cerebro inhibe el movimiento de la mayoría de nuestros músculos para evitar que representemos los sueños y nos lesionemos de forma involuntaria, de ahí la parálisis corporal.

Suele manifestarse en contadas ocasiones en individuos con plena salud mental pero sometidos a altos niveles de estrés y cansancio, que alcanzan la fase profunda del sueño con demasiada rapidez (antes de las primeras dos horas) y que acostumbran a dormir boca arriba.

Por lo que de acuerdo con los expertos, descansar lo suficiente generalmente resuelve el problema; pues solo es recurrente en pacientes diagnosticados con  ansiedad, trastorno bipolar, depresión y trastorno de estrés postraumático.

Los ataques a menudo implican sensaciones de terror, ira y de muerte inminente, ya que las alucinaciones suelen ser de carácter siniestro y malévolo. Es recurrente la visión de un ser grotesco que se sienta sobre el pecho y oprime la respiración. Sin embargo, no existe riesgo para la vida en ningún sentido, ya que nada de lo que vemos y oímos (e incluso olemos) es real, y la parálisis cede a los pocos minutos, normalmente a causa de un vasto esfuerzo por incorporarse o del contacto con otra persona que acude alarmada.

Al despertar es aconsejable levantarse y moverse; de lo contrario existe la posibilidad de volver a experimentarlo.

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