El Renacido un Western Lírico

Por Elizabeth Piña Hernandez

El renacido (EUA, 2015) de Alejandro González Iñarritu más allá de todo lo que se dice en torno a ella y las dificultades que enfrentó el equipo para su realización (obviamente con fines mercadológicos, puesto que esto no es nuevo, puesto que siempre ha habido producciones complejas dentro de la industria:  Hatari (Hawks, 1962) es un ejemplo de ello) es un western basado en hechos reales que nos cuenta la historia de Hugh Glass (Leonardo DiCaprio), un hombre viudo de una mujer indígena y de cuyo matrimonio nació Hawk. Hugh se dedica al comercio de pieles en una región fría del oeste del todavía naciente Estados Unidos de América, y en esas tierras inhóspitas su grupo se ve  se ve acechado por una tribu indígena, los cuales les roban las pieles. En ese escenario de incertidumbre Hugh es atacado por un oso, lo cual lo deja inmóvil. El grupo se divide para encontrarse más tarde en un fuerte. Hugh es encargado a su compañero John Fitzgerald  junto con Hawk. John tiene miedo de que el paso lento por transportar a Hugh los convierta en presa fácil de los indios, razón por la cual decide matarlo sin embargo su hijo Hawk se opone lo cual obliga a John a asesinarlo y dejar a Hugh morir en el bosque. En adelante seguimos a Hugh en su lucha por sobrevivir para vengarse de John.

El Renacido un Western LíricoDesde sus inicios el Western ha tenido como fin reflejar la historia de Estados Unidos de América, en palabras de Juan Miguel Lamet (productor de cine español) son cantares de gesta que los americanos escribieron con la cámara, por tanto puede ser un género violento y oscuro, lo cual no es nuevo.

El renacido es la antípoda de los  Westerns crepusculares  de John Ford  El hombre que mató a Liberty Valance (Ford, 1962) y El ocaso de los cheyennes (Ford, 1964) ya que el primero aborda la llegada de las leyes y el derecho al oeste donde dominaba quien manejaba mejor las armas mientras que en el segundo  filme es el éxodo del pueblo Cheyenne  luego de que buscaran regresar su tierra sagrada luego de que rechazan el sitio que les habían asignado.

La película de Iñarritu se ubica en el punto opuesto, cuando los americanos exploraban una tierra desconocida y aún los nativos  eran amos de ella, por eso persiste todo el tiempo la atmósfera de  incertidumbre, plasmada de manera magistral  por la cámara de Emmanuel Lubezki, quien nos hace pensar que la cámara es un personaje más, al despersonalizar su fotografía, abrumado por la naturaleza, esto se hace evidente cuando vemos gotas de agua y lodo en la lente, como si se tratara de un documental. Por eso es un western lírico, porque a diferencia de los de Ford donde de principio a fin plasma en tono épico la historia (en alegorías cantadas a coro por un pueblo: el del oeste en el caso de  El hombre que mató a Liberty Valance o el Cheyenne en  El ocaso de los cheyennes), en el de Iñarritu todo el tiempo estamos cerca de las sensaciones de Glass: morimos,  renacemos y alcanzamos la redención a través de él.            

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