CIRUGÍA PARA EVADIR LA JUSTICIA

¿Es posible que un delincuente cambie de identidad? Los avances en cirugía plástica y reconstructiva suponen que sí es factible, aunque también los ejemplos de quienes han recurrido a esta práctica demuestran que ello no es garantía de total impunidad


Por Isela Serrano / Luces del Siglo
Se autoriza reproducción con crédito a la Revista y autora

 

Cuentan que cuando “El Señor de los Cielos”, Amado Carrillo Fuentes, considerado el líder del cártel de Juárez murió en un hospital de la Ciudad de México, fue producto de una extensa cirugía plástica que intentaba cambiarle la apariencia. De boca en boca, al calor de los ánimos y la generosidad de la tinta, se escribieron cientos de historias fantaseando con aquella posibilidad. 


Los hechos no pudieron comprobarse. “El rey del oro blanco”, como se le llamó al líder del narco que tomó el control del cártel de Juárez, a la muerte del sanguinario colombiano Pablo Escobar, murió tan trágicamente que las autoridades no pudieron constatar la supuesta intervención quirúrgica, hace ya más de 15 años; sin embargo, se sabe que el capo fue atacado con ácido y cemento para no dejar rastro alguno de su identidad. 


Michael Jackson era adicto a las cirugías. Lo que comenzó por una mejoría de mentón, se transformó poco a poco en un adictivo historial de procedimientos quirúrgicos que incluyeron mentón, labios, mejillas, frente y múltiples tratamientos de pigmentación de piel que terminaron provocándole daños severos en su fisonomía. 


En Italia, el ex presidente Silvio Berlusconi se ha operado la mandíbula, tiene implantes de dientes, implantes de cabellos, retoque de ojos, cuello y varios liftings; en Francia, el ex mandatario Nicolás Sarkozy usa bótox, tiene operaciones de párpado y papada para lucir más jovial, lo mismo que otros ministros, empresarios y artistas que aparecen en horario estelar. 


¿Es posible el cambio de rostro? Aunque las técnicas quirúrgicas médicas sí lo permiten, están en etapa de perfeccionamiento y su implementación y costo son aún muy altos y de gran riesgo, explica a Luces del Siglo, el cirujano plástico Javier López Mendoza, uno de los ocho médicos que en México están capacitados para realizar estos procedimientos. 


Entre los ejemplos de delincuentes internacionales más buscados que recurrieron a la cirugía estética para cambiar de imagen, se recuerda al ex asesor peruano Vladimiro Montesinos y al japonés Tatsuya Ichihashi, considerado el asesino de la británica Lindsay Hawker, profesora de inglés en dicho país, a la que acosó hasta matarla.


El primero se sometió a operaciones de cirugía plástica con el fin de cambiar su rostro y no ser capturado. Dichas operaciones transformaron fundamentalmente el eje de los ojos y de la nariz, lo cual le permitió seguir prófugo hasta su detención.


Y el segundo, desapareció sin dejar rastro cuando la policía intentó tomarle la declaración. El presunto asesino de la británica Hawker había pasado varías veces por el quirófano con el fin de variar sus rasgos y evitar ser descubierto. 


Entre las operaciones a las que se había sometido destacan una epicantoplastia – con el fin de cambiar la forma de sus ojos–, una rinoplastia, pómulos y labios. 


Tras la intervención, su rostro cambio considerablemente y, a pesar de que se ofreciese una recompensa de 10 millones de dólares, nadie le había reconocido, pues además, actuaba con un pasaporte falso.


Sin embargo, el fugitivo levantó sospechas en una clínica de cirugía estética debido a sus extrañas peticiones quirúrgicas, situación que motivó a los dueños a ponerse en contacto con la policía, proporcionando de esta forma fotos actuales del criminal que permitieron que más tarde fuera detenido.


Al filo de la guillotina. A finales del mes de septiembre, un chico de 16 años, cuyo padre enfermó, tomó la decisión de acudir al centro de trabajo de su progenitor para no perder el pago. Ese primer día se amputó una mano. La guillotina de la imprenta le cortó una mano y dos dedos. 


El cirujano plástico Javier López Mendoza, médico a cargo de la Clínica de Microcirugía y Extremidad Superior del Hospital General Manuel G. González, en la Ciudad de México, recibió al menor, quien fue trasladado en helicóptero. 


Al instante se activó el código rojo, el personal médico corría, preparaba la sala, el instrumental. El chico ingresó al helado quirófano. Se activaron los sistemas para placas y tornillos que permitieron fijar la fractura y los huesos rotos. Tras una intervención de casi 12 horas, el cirujano plástico conectó la arteria, las venas y los nervios, realizó suturas para los tendones y la piel. Sonrió. 


A 12 días de los hechos, aquel joven que requirió un injerto de mano y dos dedos se encuentra en “perfecto” estado. “Listo para regresarse y tener una nueva oportunidad en tres meses”, comenta. La factura va en 3 mil 500 pesos; pero en un hospital privado, a estas alturas ya hubiera pagado más de medio millón de pesos, explica. 


En el azaroso tablero de la vida, un accidente de trabajo, un error mínimo al volante, al descender la banqueta en el momento no indicado o acelerar una moto puede provocar pérdidas irreparables. Sin embargo, escenas fuertes de dolor, sangre y lágrimas en niños, jóvenes, adultos y ancianos pueden tener un giro de 180 grados gracias a la cirugía plástica. 


Refacciones humanas. La semana pasada tuvo lugar en Cancún, el 2º Congreso Mundial de Cirujanos Plásticos de Ascendencia Libanesa, evento auspiciado por la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva y la Sociedad Libanesa de Cirugía Plática Estética y Reconstructiva. 


En entrevista, el cirujano plástico Javier López Mendoza comenta que, así como hay ingenieros civiles que construyen puentes, calculan pesos, distancias y con tirantes de fierro hacen sostener grandes cantidades de cemento para edificar vialidades, hay cirujanos plásticos enfocados a crear sustitutos de nervios, cartílagos y arterías. 


En la carrera por dotar “refacciones” al cuerpo humano, la reconstrucción facial es posible a través de una disciplina denominada “ingeniería tisular”. 


“No hay duda, la ciencia avanza a pasos agigantados. Ya no es como hace 20 años en los que cada año se encontraba un descubrimiento, ahora prácticamente estamos teniendo que renovarnos día a día. En cirugía plástica y reconstructiva los mayores avances se encuentran en transplante de tejidos compuestos: una cara completa, un antebrazo, o una mano completa, a través de un donador vivo compatible genéticamente con el paciente receptor”, expone. 


En el año 2012, ya es posible crear cartílago, hueso, nervios; los científicos chinos, siempre un paso delante de sus colegas, están generando arterías. Hay también otras líneas de investigación con células madre para determinar cuál es el verdadero uso y beneficio de éstas y, a niveles clínicos, se utiliza para saber a qué paciente se le puede transplantar un miembro sin rechazo y determinar qué medicamentos podrán suministrar los especialistas. 


La cirugía plástica abarca la reconstructiva y estética. Aunque un cambio de rostro es científicamente viable, y podría ser el único camino para alguien que hubiera perdido parte importante de su fisonomía; y aunque algunos integrantes del crimen organizado pudieran pensar que ésta sería una vía para evadir la justicia, estas cirugías, además de muy costosas y de requerir equipos muy sofisticados, aún están en proceso de perfeccionamiento. 


Amén que una transformación de rostro no es sólo un cambio de cara, sino también de hueso, músculo y piel, que requiere análisis profundos de competitividad, adaptación celular, sanguínea, etcétera. 


Hablando de la cirugía estética, así como en las tendencias de la ropa, en el cuerpo hay modas. “Los bikinis han cambiado, antes eran muy grandes, ahora son muy pequeños, se volvió una moda”, apunta el médico. 


¿Qué pasa en la cirugía plástica? Para algunos es un estigma social “me operé porque tengo el dinero para pagarlo, y lo hice”, dicen algunos de sus pacientes. Hay otro grupo que por sus actividades laborales requieren una mejoría de alguna parte de su cuerpo, ya sea una liposucción, un transplante de senos o glúteos o simple y sencillamente del cuidado de la piel, en este grupo entran artistas, empresarias, comentaristas y sexoservidoras que dependen de su imagen. 


En otro grupo se ubican quienes buscan tratar de mejorar aquello que le generó un tipo de estigma, niños que requieren una reconstrucción luego de un incendio, por ejemplo. El apetecible mercado de la vanidad ha sido un pecado difícil de caer para algunos médicos. 

Las mujeres son vanidosas por nacimiento, los hombres son más bien “de clóset”. Algunos lo aceptan y otros no, aunque existe mayor apertura y comienzan a preocuparse por conseguir una ayudadita con la papada, el abdomen y las canas. 


¿Cuántas cirugías se practican en México anualmente? No hay cifras oficiales. Instituciones como el Seguro Social o el ISSSTE tendrían que llevar la contabilidad pero debido a que la cirugía estética no se practica en ninguna de éstas, los datos disponibles provienen de los médicos particulares. Actualmente, se realiza un censo para generar la estadística en México para conocer estos datos. 


– ¿Qué tan quisquillosa es la gente con el resultado? 


– Hay de todo. Hay gente que tiene mucho dinero y cuando percibe una cicatriz un poco visible en su rostro no dice absolutamente nada. Hay artistas muy famosas que incluso comentan: “mire doctor, ni se ve, con un poco de maquillaje, me lo oculto”; también hay mujeres que, con un gran esfuerzo ahorraron para realizarse una cirugía y no les gustan los tres milímetros que se pasó la cicatriz y de inmediato reprochan. Creo que la mejor forma de mediar la relación con el paciente es explicarle siempre todo muy claramente. Darle la cara, responderle las llamadas, contestarle el teléfono porque así el paciente no se siente abandonado ni solo; eso hace la diferencia entre volverse quisquilloso o no. 


– ¿Cómo hace un médico para ver sangre y tener la frialdad para tomar un bisturí y hacer una incisión? 


– Un maestro siempre me decía: “haz tus cosas con pasión, disfruta lo que haces”. Me apasiona lo que hago, un médico que no se apasiona normalmente no es exitoso y empieza a carecer de muchas cosas. 


Mientras la ciencia avanza, miles de francesas, brasileñas, judías, colombianas y mexicanas de entre 15 y 20 años se realizan cirugías de nariz; jóvenes de entre 20 a 30 años prefieren implantes de busto y las mayores de 40, lo acompañan con una mejoría de glúteos. Es el siglo del bisturí.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *