De las armas duras y ¿peña a la cárcel?

  • DE LAS ARMAS DURAS.
  • ¿peña A LA CÁRCEL?

A estas alturas, a ocho semanas de los comicios federales y con el establishment jugando sus cartas con alevosía y debajo de la mesa, es evidente la ausencia de imaginación de los operadores, guiados por catalanes y venezolanos –residentes en Florida-, ávidos de fortunas fáciles como si en México no hubiese operadores preparados para realizar estrategias de campaña con mayor conocimiento del país y las reacciones de los mexicanos –a causa de los foráneos los tiros salen por las culatas-, y la terquedad en mantener las viejas consignas, las de los “peligros” y las encuestas manipuladas hasta la asfixia. Sólo que, esta vez, se han equivocado de manera rotunda. 

Es curioso que, en este momento, el blanco de las torpezas sea, precisamente, Ricardo Anaya, el presunto “segundo lugar” como si éste fuera el primero en liderar la justa por la Presidencia. El propio Andrés ha caído en el juego y le acusa de reunirse con los empresarios Baillères, el criminal Larrea Mota-Velasco –los zares de la minería y prestanombres de compañías canadienses-, así como el odiado Claudio X. González, cuyo padre fue consejero de salinas y él de los subsecuentes predadores de la silla presidencial, para impedir el avance de Morena aun cuando el panista es el único que manifestó su intención de llevar al debido proceso al señor peña, mientras López Obrador le perdonaba a priori ante el asombro hasta de sus simpatizantes, lo mismo que cuando incorporó a su causa a “Napo” Gómez Urrutia que se quedó al frente del sindicato minero a la muerte de su padre, un símil con lo que pasa con los ahora “panistas” y correteados Yunes en Veracruz. 

De allí la urgencia de precisar quién o quiénes se han inclinado por los acuerdos soterrados o si, por desgracia, son todos los envueltos en una lid absurda que dio cauce, por ejemplo, a los “independientes” más dependientes de la historia: Conan, el Bárbaro del Norte, y Margarita, amor de su titiritero arrepentido luego de los malos tratos en Los Pinos. La segunda está quedando como un lastre que la historia habrá de arrojar a las tumbas clandestinas que abrió su marido sin dar explicaciones para vergüenza de la familia, de la estirpe y del falso legado calderonista. 

De haber alguna congruencia en el PAN, ya habría comenzado el proceso de expulsión de calderón, aunque se trate de un ex mandatario federal –espurio para muchos de los mexicanos pensantes-, no por ejercer la pluralidad de ideas un buen signo para quienes respetan la opinión de los demás-, sino por actuar con alevosía y traición contra un principio toral: no se puede permanecer en un partido cuando se apoya a un candidato (a) con un cauce distinto y con la única intención de socavar al abanderado de su instituto. Esto es será siempre una vergüenza. Y calderón debía ser sancionado sin miramientos. 

Por otra parte, ¿qué necesidad tiene Andrés de voltear hacia abajo, con su viejo tema de la conjura y del boicot, cuándo va para arriba? Tal es conceder, quiérase o no, que no es tanta su ventaja a pesar de lo que exhiben el mayor número de encuestas: entre trece y veintidós puntos de ventaja. Otra vez lo decimos, Andrés: comienza a hablar y actuar como lo harías al momento de colocarte la banda tricolor. De una vez por todas. ¿O seguirás con la farsa del presidente legítimo al no ser capaz de defender los sufragios a tu favor… como en 2006?

La Anécdota

Una de las principales demandas de la población, sin duda, es la exigencia de que se proceda, con rigor, contra el señor peña nieto y su consorte quien, de volver a su vida en la farándula –en donde la han “indemnizado” mejor que a todas las divas, juntas, de México, según dejó entrever ella cuando defendió “su” casa blanca-, no podría sino hacer el papel de villana para intentar limpiar con ello la sombra de los genocidios y la mayor corrupción de la historia.

Andrés, en principio, dijo que lo haría; después lo perdonó a priori; Meade, rehuyó el caso y por eso no levantó esperanza alguna; y Anaya dijo que sí sería capaz de hacerlo pagar por sus excesos y que haría justicia. Luego, el último le bajó, sin retractarse, acaso pensando en la difícil transición; y ahora se le acusa de fallar en una negociación para recibir el apoyo del empresariado y la presidencia.

Si lo segundo es cierto, significa que Anaya se alejó de peña definitivamente. Y ello le acarreará simpatías entre el electorado cansado de falacias y medias verdades, además de ocurrencias, frases repetitivas y propósitos que se trastocan. Cuidado. Pero ni así creemos que cambien los vientos.

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