Fantasma Electoral y Cárdenas y el PRI

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Por Rafael Loret de Mola

¡Qué tiempo éste! La célebre “intercampaña”, cúspide de la imaginación del Rey Lorenzo Córdova Vianello y de sus “caballeros” de la mesa redonda –hay damas también-, nos ha mostrado la realidad de un proceso profundamente contaminado siguiendo las instrucciones de los operadores de Los Pinos, mientras la ciudadanía es sacudida por los sismos de la incongruencia, la perversidad y la inocuidad. Claro, los millones vuelan pero no así los votos:

–Me pueden decir que Andrés es el anticristo –me comentó un lector-, pero yo votaré por él. 

–Mientras más ataquen a Anaya –replicó otro-, más me convenzo de que es la mejor opción.

–Entre este revuelo –agregó uno más-, Meade representa el equilibrio contra las locuras de sus adversarios. 

En resumen, pase lo que pase, dígase lo que se diga, debates más o menos, la elección, en apariencia, ya está resuelta en quienes han decidido votar. Sólo hay un “pero”: recientemente realicé un ejercicio entre lectores, seguidores y todo aquel que quisiera participar –incluso quienes sólo caen en vulgaridades escudándose en su mediocridad profunda-, y se asomaron al mismo, esto es observaron el sondeo, 130 mil personas aproximadamente y sólo se pronunciaron cuatro mil 357.

Entre quienes no dudaron en expresar su signo, el 96 por ciento se inclinó por Andrés y los demás jalaron a uno que otro aspirante con preferencia por los independientes. Sorprende la tendencia salvo si se analiza un hecho incontrovertible: casi 125 mil personas optaron por el silencio y sólo dejaron la huella de su lectura lo que reduce considerablemente el interés de la ciudadanía y se eleva la posibilidad de una abstención masiva que rebase, en sí, a cualquiera de los postulantes, lejanos a una mayoría absoluta legitimadora. 

En este punto, claro, se basan los manipuladores profesionales quienes realizan “encuestas” al gusto de quien las paga, sin el menor respeto por la sociedad y menos por el proceso comicial; desorientan, para mal, tratando de inhibir a los presuntos votantes o, peor aún, inducirlos para andar hacia el abismo.

Este es el juego de la absurda “intercampaña”

La Anécdota

Muchos me preguntan sobre la militancia del general Lázaro Cárdenas del Río quien desapareció al viejo Partido Nacional Revolucionario y fundó, de inmediato y con signos presidencialistas, al Partido de la Revolución Mexicana.

Pues bien, se sabe, que el general Manuel Ávila Camacho, su sucesor, hizo lo propio con el PRM y dio a luz al PRI y, como una consideración extrema, ordenó que se enviara la credencial de afiliación número uno a Cárdenas. Éste la recibió, la miró por sendas caras y la devolvió:

–En democracia -dicen que dijo-, la militancia es como la propia conciencia.

Nunca fue, estrictamente, priista; menos que Meade, naturalmente.

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