La “Persecución” / Meade, ¿Popular?
- La “Persecución”
- Meade, ¿Popular?
Por Rafael Loret de Mola
Es más sencillo que diez ex gobernadores lleguen al abismo del cadalso que alguno de los ex presidentes miserables sea procesado y encarcelado por sus graves desviaciones pecuniarias y sus múltiples decisiones de Estado causantes de miles de muertes civiles y de una ominosa tendencia hacia la depauperación de la mayor parte de los mexicanos. Es difícil precisar, pero no imposible, cuál es el delgado hilo que separa a quienes son susceptibles de ser perseguidos y aquellos mantenidos bajo el cielo de la impunidad.
Sin duda, para responder a la pregunta anterior, deben observarse los intereses cerrados de quienes detentaron el poder por seis años y en la actualidad por cinco años y ocho meses más hasta el primero de octubre de 2024. Hace algunos sexenios, un abogado experto, cuya defensa por los afectados del infame Fobaproa lo hizo célebre, César Fentanes, me dictó una sentencia que sigue siendo oportuna allá en su domicilio, más allá de la frontera norte:
–Cada sexenio estrena a sus propios “narcos”.
Exponía así el hecho de que los mandatarios mexicanos, desde la triste era de miguel de la madrid, tan macabro que aseguran algunos que han visto a su espíritu en los jardines de Los Pinos buscando parte del licor desperdiciado por calderón, se coaligaban a un cártel y perseguían a otro para atemperar las presiones de los huéspedes perentorios de la Casa Blanca ocultando sus verdaderos propósitos; así saltaban de los litorales el Pacífico a los del Golfo con el mayor cinismo simulando atender el problema mientras recibían dinero a manos llenas de los capos poderosos y amparados por el poder presidencial.
En los tiempos actuales, ante la sorpresa de todos, el líder de la cuarta transformación –en la que sigo creyendo-, aseguró recientemente que ya no había guerra contra el narcotráfico el mismo día de la batalla callejera en Matamoros, Tamaulipas, entre la Marina infiltrada y uno de los cárteles más poderos del país, el del Golfo, como si fuera éste el único flagelo a pesar de que su antiguo dirigente, Osiel Cárdenas, fue extraditado a los Estados Unidos y nos vendieron la nota de que ya se había desmantelado al considerar la misma suerte del predecesor de éste, el célebre Juan García Ábrego.
Entonces, ¿qué significa eso de la guerra terminada? ¿Una frase para conquistar las ocho columnas en las largas conferencias mañaneras en donde, cada día, el presidente se propone decir algo nuevo aunque los temas se le van agotando a dos meses y medio de su arranque? Hablar sin guión ni tema es de muy alto riesgo cuando no faltan quienes apuntan cada desliz del mandatario, o de su esposo lo que me parece ruin, como elementos propios de los derrapes mentales de la edad.
Con una popularidad indiscutible –jamás se ha defendido a un presidente como a éste, con reciedumbre y hasta vandalismo semántico-, Andrés Manuel López Obrador debe serenarse, descansar y sólo exponer aquello que, de verdad, pueda cumplir. El crédito, aunque grande, puede agotarse.
La Anécdota
Tras visitar Puebla y Tlaxcala, donde también me encontré con amigos poblanos y jóvenes intelectuales serios, pude percatarme de una tendencia generalizada a no sufragar por Miguel Barbosa, a quien observan como un presunto candidato mediocre y con el tremendo peso del accidente del famoso helicóptero de los Moreno Valle -¿están vivos o muertos?-, ni tampoco por el PAN que consideran responsable del tremendo fraude para imponer a la “difunta” Martha Erika Alonso.
¿Entonces? En los extremos se manejan los nombres de Javier Lozano, para mal, y José Antonio Meade, ambos ahora “externos” del priismo y no mal vistos por el panismo pese a la traición del primero, para asegurar una nueva perspectiva sin extremismos. En fin, me encontré a Meade recientemente y le sugerí con cierta maña:
–Me dicen que el Popo ya le dio el sí…
–Vamos a ver –respondió sonriente sin poder evadirse del todo-.
Pero ello implicaría que el PRI se quedara con una posición que históricamente no puede pertenecerle; sería absolutamente grotesco.