Rafael Loret de Mola – Ecos que Incendian

RAFAEL LORET DE MOLA

  • Ecos que Incendian
  • Padrón a la “Carta”
  • Escrutinio Tramposo

Por Rafael Loret de Mola

Rafael-Loret-de-Mola-Ecos-que-IncendianSí, percibo todavía una enorme pesadumbre entre los mexicanos; y, además, conozco el origen de la misma: la tremenda frustración de no encontrar por la vía democrática el recurso necesario para desplazar a la actual clase política del poder. En el interior de cada uno de nosotros pervive la idea de que allí se encuentran concentrados todos los pillastres que nos saquean –aunque algunos se salvan de esta terrible condición-, creyendo que el erario público está a su disposición y, cada vez, con menos candados para utilizarlo sin más consenso que la decisión unilateral de quien ejerce la Primera Magistratura.

En los comicios de hace una semana se gastaron ocho mil millones de pesos en la propaganda de los partidos y cuatro mil más para sostener el enorme elefante blanco del INE, uno de los nuevos bastiones de la burocracia dorada capaz de motivarse y moverse al ritmo fijado por sus jefes, convenientemente para ellos. Un verdadero caldo de conflictos porque, por ejemplo, los escrutinios lentos tienden a elevar las sospechas porque, curiosamente, se dan siempre que las votaciones se estrechan, digamos como en Colima o San Luis Potosí, con resultados favorables, al final, al grupo asido al poder presidencial del cual dependen aun cuanto decanten su falsa autonomía. Si Lorenzo Córdova Vianello no tuviera el apoyo de peña nieto jamás hubiera resistido el embate ciudadano por su racismo. ¿Y ahora no es conveniente removerlo, de una vez por todas, tras su gris, anodina actuación al final de la jornada comicial del domingo 7? Si tuviera un mínimo de dignidad ya habría cedido, cuando menos, el timón de mando; pero para esta clase de sujetos las candilejas del poder lo son todo.

Desde luego, uno de los principales síntomas de la patología del fraude comicial recurrente, es la tardanza en completar los escrutinios en tiempo oportuno y no cuando el interés general se diluyen hacia las estadísticas que parecen no ajustarse a l nuestro entorno y nos saltan porque, de una noche a otro, pueden cambiar los momios movidos por las truculencias de los expertos alquimistas, como en el caso de Manlio Fabio Beltrones en Sonora, quien se encerró en un “cuarto de guerra” con tal de desafiar al presidente peña y rescatar a “su” candidata, Claudia Pavlovich Arellano, de una derrota que se veía como segura. Al comenzar los conteos las consas se revirtieron y el mañoso Beltrones sonrió satisfecho, telefoneando a peña con un sarcasmo inocultable según contaron quienes le escucharon; del oro lado de la línea, el mandatario fue cortante pero aun así felicitó a los dos, al cacique y a la próxima gobernadora de la entidad. El círculo vicioso también tiene cuarteaduras.

Desde la célebre “caída del sistema” –de cómputo- auspiciado por el criminal miguel bartlett en 1988 -¿qué otra cosa podía esperare de este mal nacido?-, ha sido recurrente el manoseo de las cifras y de las actas acomodadas para reflejar, desde el principio, la tendencia agraciada para las fuentes del poder. Y así, el PRI fue sumando aunque dejó ir algunas gubernaturas bien amarradas por las alianzas soterradas, como en el caso de Michoacán, en donde la victoria del perredista Silvano Aureoles Conejo, dirigido por el señor peña para hacer tropezar al señalado por Manlio, Ascensión Orihuela Bárcenas, se conocía de muy atrás incluso cuando la frustrada Luisa María Calderón, golpeada por el desprestigio de su hermano felipe, optó por acercarse a Aureoles, aunque no sumándose ni desistiéndose, para evitar cualquier “sorpresa” de priísta beltrotiano. El peñismo sacó buenos puntos en esta entidad recuperando un poco los que había perdido en Sonora.

Pero, ¿peña no sabe actuar como priísta? Como hemos llegado a un escenario en el que las lealtades penden del hilo de la complicidad, al presidente le interesa arreglarse con sus opositores mucho más que proveer de elementos a los aspirantes de su propio partido siguiendo la máxima de que al enemigo debe tratársele estupendamente aunque con ello se lastime a los amigos. Comentaban los antiguos zorros de la política que ésta era la forma para atemperar presiones y reducir a los ansiosos aun cuando muchos afectos se pierdan en la ruta de los reacomodos. En el caso de peña la factura es muy elevada: ha partido por mitad al priísmo como Andrés Manuel hizo lo propio con la izquierda, ganando ocho puntos porcentuales en la cobertura nacional pero perdiendo la mitad de su base clientelar. No son buenos negocios los que surgen de las divisiones. Cuando menos, hasta ahora.

Pese a los enjuagues matemáticos, un hecho es irrefutable, el PRI retrocedió –de 212 curules a sólo 196-, pero puede hacer mayoría absoluta con las turbias alianzas con los “verdes” –quienes quizá aprovechen su posición falsa para asegurarse de volvernos veganos a todos los empadronados-, y con el Panal de la maestra elba esther gordillo morales quien, es obvio, por el momento sólo alberga el interés por dejar atrás, y para siempre, las depresivas rejas de la prisión de Tepepan. Ya veremos cuáles son los arreglos presidenciales destinados a tales menesteres.

Lo anterior confirma el fraude, aunque se haya realizado con delicadeza de cirujano especialista y un bisturí mágico, ante la ausencia de resultados que fueran a la par con la voluntad evidente del electorado. Sólo en el caso de Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, fue claro el optimismo sobre el fenómeno de un “independiente” quien optó por esta difícil cuesta cuando los caminos del PRI se cerraron para él. Debemos señalar, para ser justos, que pudo aliarse con algunos partidos de oposición, como lo han hecho decenas de priístas frustrados por no poder con las designaciones de “a dedo”, y contar con ello con mayores prerrogativas y, sobre todo, recursos. No lo hizo y mantuvo su condición de figura ciudadana hasta lograr rebasar y arrollar a sus adversarios, específicamente a la priísta Ivonne Álvarez, entenada de Multimedios y protegida por emilio gamboa patrón, quien se dice invulnerable como “puente” entre los medios y el poder presidencial, quien creyó que una campaña era como mantenerse en el set televisivo en un largo programa de concurso.

“El Bronco”, sin duda, tiene el sello que puede inquietar más a López Obrador: el del liderazgo popular que puede ir creciendo conforme transcurran los meses. Puede llegar a 2018, aunque antes se renueve la titularidad del Ejecutivo federal –vemos probable una salida decorosa de peña por la puerta de la enfermedad-, en condiciones paralelas al eterno postulante, Andrés Manuel, quien, como Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, estima tener la fuerza –pese a sus limitaciones cardíacas- para arribar a una tercera candidatura presidencial. El juego de las “vencidas”, con una multitud deseosa de modificar las reglas del juego, puede resultar estrujante.

Sin duda, el neoleonés tiene algunas ventajas sobre López Obrador: será gobernador y de Nuevo León puede salir disparado para una contienda presidencial sin necesidad de ser acompañado por partido alguno; cuenta con mayores recursos personales que el morenista; en el fondo, una buena parte del priísmo podría identificarse con él como ocurrió en 1988 cuando muchos militantes del tricolor optaron por Cárdenas y el Frente Democrático Nacional, decepcionados de las traiciones y vueltas hacia atrás del deplorable régimen delamadridiano. Y, finalmente, en unos meses se convirtió en referente mundial con la atención de millones de personas, en todo el orbe, sobre él. Ni “Marcos” y su guerrilla pacifista fueron tan rápidos acaso porque las redes sociales no existían en 1994.

La pelea de colosos puede ser de enorme importancia a sabiendas de que el PRI, el PAN y el PRD no cuentan con figuras de esta talla, popular digamos, para intentar hacerles sombra. Será un desafío buscarlas y encontrarlas, con el suficiente carisma, y sobre todo el temple, para equilibrar fuerzas. Si me preguntan ahora, tengo suficientes razones de que a la fase final de la carrera por la Presidencia llegarán Andrés Manuel, si sus males se lo permiten, y “El Bronco” si no se le queda el potro a la mitad de la cabalgata.

Esto, de por sí, nos permite contemplar un horizonte distinto para el mañana. Lo digo para levantar a tantos espíritus maltrechos, enfadados por las victorias poco creíbles del PRI y el refrendo de su mayoría en la Cámara baja. Hay que tener mejor vista y observar hacia delante. Porque detrás se quedarán, sin duda, los simuladores y cuantos han pretendido engañarnos a golpes de escrutinios lentos, lentísimos, absurdamente paralizados.

Debate

Otro de los grandes elementos del fraude consumado es, sin duda, la deplorable interpretación de las cifras y los consiguientes usos de las estadísticas armadas desde el poder central; por ejemplo, el número del Padrón Electoral Federal que ha mutado de manera escandalosa.

En principio se habló de que lo integrábamos 88 millones registrados y con sus credenciales respectivas; adelantado el proceso, en la misma jornada decisiva, se informó que, pese a ello, “solamente” podrían sufragar ochenta y tres millones, cinco millones menos que el listado ofrecido para integrar una lista llamada nominal con un supuesto trabajo de “filtro”. Nadie contesta por qué, entonces, no se depuró a tiempo.

Finalizada la jornada y al fluir los resultados preliminares para registrar los números del abstencionismo real se redujo a setenta y siete millones el número de mexicanos con capacidad de sufragar lo que, por supuesto, redujo al grupo abstencionista, aun así mayoritario, al cincuenta y dos por ciento lo que no sería si lo calculamos con la cifra inicial de empadronados o la que fue consecuencia de un primer recorte no explicado. Todo, claro, para simular una afluencia que NO existió y validar, falsamente claro, la dinámica de una democracia dirigida por computadora y accionada por los genios del mal.

Las maniobras alquimistas se volvieron cibernéticas pero siempre quedan lazos sueltos.

La Anécdota

Nadie respondió que sucedió con las boletas desaparecidas en un veinticinco por ciento de los paquetes enviados, supuestamente con vigilancia del ejército y sellados, a las mesas electorales en los prolegómenos de la justa del domingo 7 de junio. Si sumamos, tal podría hacer una enorme diferencia entre los sufragios reconocidos al PRI y los verdaderamente emitidos. Hagan sus cuentas, amables lectores.

Si tal sucedió, como se ha demostrado, es evidente que las elecciones NO FUERON LIMPIAS, por más que se rompan las gargantas los jilqueros del poder, expertos en la simulación atroz. Como hace tres, seis, nueve, doce, quince años, quedamos en la misma posición ultrajante. Quizá por eso, a más de una semana, los mexicanos van por las calles serios, con las cabezas bajas y rostros reflejando la impotencia. Pero esto puede y debe terminar.

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