Rafael Loret de Mola – Poder Destructivo

RAFAEL LORET DE MOLA

  • Poder Destructivo
  • Querella Olvidada
  • El Segundo Plano

Por Rafael Loret de Mola

Rafael-Loret-de-Mola-Poder-DestructivoBien se dice que es necesario saber retirarse a tiempo. Sobre todo cuanto se trata de gestiones o actividades públicas. De allí la sabiduría del Constituyente que marcó el lapso sexenal, digamos intermedio entre los cuatrienios que posibilitan una reelección de acuerdo al modelo norteamericano copiado por algunas otras naciones, suficiente para ejercer el poder sin amagos de permanencia. Sin embargo, al paso del tiempo y las ineficacias, cada vez el lapso nos parece más largo.

¿Serían capaces nuestros gobernantes de someterse a un escrutinio a la mitad de sus respectivos periodos en obsequio a la “soberanía que radica esencialmente en el pueblo” de acuerdo a nuestra Carta Magna? Lo hizo López Obrador, cuando ejerció la jefatura del gobierno defeño, con más histrionismo que buenas maneras: la pretendida consulta estuvo contaminada por la rotunda parcialidad con la cual se procedió a realizarla y la muestra general no resultó significativa aun cuando era evidente el aval mayoritario. Es, desde luego, un buen antecedente pese a ello.

¿Y los demás? El titular del Ejecutivo federal quien se empeña en considerar a las supuestas encuestas “favorables”, encargadas por la Presidencia en el momento más crítico de su periodo y va para peor, como elementos sustantivos a favor de sus proyectos, incluso los no suficientemente explicados -¿entre la ciudadanía se ponderan los argumentos en pro y contra de las pretendidas reformas que crisparon a la sociedad y después comenzaron a difuminarse? Contra todo ello, los dramas de Tlatlaya y Ayotzinapa terminaron con su autoridad moral-, pero bien sabe que no cuenta con el reconocimiento de un amplio sector aun cuando se insista en descalificarlo por los excesos verborréicos de quienes lo lideran. No debiera olvidar, ni un solo momento, que su victoria, desaseada por los excesos de gastos, se alcanzó con el veredicto de sólo una minoría de los electores, esto es de poco más de uno entre cada cinco empadronados, lo que reduce su fuerza de convocatoria notablemente.

Para colmo, las cosas quedaron igual en materia de violencia y guerra. Si se tratara de una carrera de relevos, la estafeta que pasa de mano en mano bien podría tener la imagen de la cautiva Elba Esther, la perniciosa “novia de Chucky”, para asumir que quienes entran y salen de la Presidencia pertenecen, en el fondo, a un mismo equipo aun cuando sea diverso su origen y distintos sus clubes de origen. El establishment, nada menos, que posibilitó el milagro: los antiguos cómplices del llamado “viejo régimen” fueron los mejores y más socorridos aliados del que se dijo nuevo y ahora de quienes retornaron. Así como está escrito. Cualquiera que sea su tendencia, amable lector, puede corroborarlo a simple vista y sacar conclusiones.

Cuando venció el señor fox en 2000 sugerí que comenzaría a ser creíble su prometido apostolado cuando fuera capaz de instalar, tras las rejas, a alguno de los ex presidentes predadores cuyos daños a la nación fueron inmensos y justificaron el clamor por el cambio. Nada se hizo salvo la parodia con echeverría a quien luego se dejó en paz por respeto a sus canas. En la misma línea, el señor peña nieto merecerá una clara credibilidad si es capaz, y sólo entonces, de finiquitar la impunidad que hace a tantos intocables espejo del establishment. Fue un buen golpe, dar inicio a la reforma educativa atrapando al obstáculo mayor luego de muchos años de fraudes y prerrogativas injustificadas.

Tengo plena conciencia de que el comentario anterior puede parecer reiterativo. Lo es. Porque tengo la convicción de que mientras no se derruyan los cimientos podridos no será posible construir el nuevo andamiaje de la vida institucional. La reforma energética, o el tibio maquillaje en la rectoría electoral, no son sino validaciones del continuismo. De allí la trascendencia de desmantelar, de una vez por todo, los arcaicos modelos que detienen el impulso de los mexicanos.
De bien poco sirven los llamados a concentrar esfuerzos en pos de las iniciativas presidenciales, cortadas a la medida de los intereses de los aliados del partido en el gobierno –sea el PRI o el PAN aun con las ligeras diferencias entre ambos-, mientras no se resuelva el tremendo embrollo, por ejemplo, de un sistema educativo que, aún con la reforma, no es acorde con los requerimientos de las nuevas generaciones ni resulta competitivo frente a los del primer mundo. Mala cosa es seguir dependiendo de quienes tienen el privilegio de cursar posgrados en el exterior y regresan a su país con el convencimiento de que debe inventarse una patria nueva, ad hoc claro con las líneas implementadas desde fuera.

Y lo peor, sin duda, es seguir tropezando con la misma piedra.

Debate

Dos cuestiones no pueden esperar más: el amafiamiento sindical –petroleros, electricistas, telefonistas, ferrocarrileros sin trenes- que destruye moralmente a los gremios y la saturación de profesionales en determinadas áreas mientras que no se atiende a la infraestructura agrícola. Un país, como el nuestro, con tantos caudales en sus regiones rurales, dentro de una geografía extensa y generosa, requeriría contar con alternativas para impulsar la creación de universidades agroindustriales, mismas que, además, han sido detonantes para aquellas naciones cuyo retraso provenía de la caducidad política, digamos en Europa del este, y pudieron después integrarse a occidente sin mayores sacudimientos.

A principios de los ochenta, para acentuar lo anterior, la posibilidad de un desmantelamiento de la Unión Soviética además del fin de la guerra fría y la significativa caída del muro de Berlín –circunstancia que significó un enorme desafío para la pujante Alemania occidental por cuanto debió asimilar a la oriental con toda su cauda de lastres y asfixias-, hubiera sonado a una novela cortada con la más pura ficción, esto es a utopía pura. Y, sin embargo, al final de la década, en unos cuantos meses de 1989, el sacudimiento se dio para que surgiera, sin contrapesos, la hegemonía estadounidense como gran vencedora del pulso.

Pues bien, en los escenarios previos se puso énfasis sobre los programas educativos. En la Rumania de Ceausescu, el dictador que acabó fusilado junto a su esposa en diciembre de 1989, fueron privilegiadas las universidades agrarias y se redujeron, con el autoritarismo concerniente, los escenarios minados por la saturación de profesionales. Se determinó entonces que la libertad para escoger una carrera debería limitarse a quienes mostraran, además de vocación, un mínimo de capacidades y las mejores calificaciones. Los demás, acaso la mayoría, fueron destinados a otras áreas, muchos de ellos al campo, para vitalizar las tareas agrarias y asegurar su propio porvenir.

Me dijeron entonces que tal era como un trueque de libertades: se reducía la individual puesto que nadie podía asegurar la ruta por cada quien escogida; pero se ampliaba la colectiva al destrabarse candados y abrirse expectativas a favor de la productividad general. El experimento, cuestionable si se quiere, dio resultado. Y ahora Rumania, sin tirano de por medio, puede presumir no sólo de su integración a la Unión Europea sino de haber sobrevivido, sin asfixias terminales se entiende, a la catástrofe que derivó de la caída del socialismo en otras regiones de la que fue llamada “cortina de hierro”.

En México, en cambio, no hay definiciones y se dilapida el tiempo. Por eso permanecemos atados al desgastado corporativismo mientras los discursos oficiales señalan hacia reformas que no son estructurales. Se trata, más bien, de extender el maquillaje. Así, por ejemplo, PEMEX no se vende al sector privado pero se deja a éste invertir en todos los renglones de la sentenciada paraestatal. Estamos en la era de los galimatías políticos.

No sería difícil sacudirse de la perniciosa cercanía de Carlos Romero Deschamps desde la perspectiva presidencial. Y sin armar intrigas palaciegas ni seguir extendiendo el espionaje telefónico como si se tratara de un bisturí destinado a las autopsias. Su historia lo condena.
Si en México los crímenes del poder no fueran nutrientes para la impunidad, no pocos dirigentes sindicales dejarían de hacerse cirugías por dentro y por fuera. Otra cosa será cuando, al fin, las querellas contra ellos los alcancen, como a la maestra Gordillo, y se comience, no sin apremios, la escalada por la verdadera renovación.

La Anécdota

Como la inmigración de argentinos influyentes no cesa y algunas veces mal acaba –Ricardo Miguel Cavallo, Carlos Ahumada Kurtz-, es oportuno recordar una de las sentencias que elevaron la figura del dictador de aquella nación, Juan Domingo Perón, quien legó para la posteridad el modelo del matriarcado político sin más gracia que los matrimonios de conveniencia. Evita e Isabelita, como antecedentes de Cristinita.
Pues bien, Perón solía decir:

–Hay que situarse siempre en un segundo plano para alcanzar el poder desde la oposición. A quienes se sitúan en el primero los convierten en mártires.

No son pocos quienes podrían estar utilizando la estrategia.

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